Ramen

Dicen que viajar cura el alma… Que cuando viajamos, incluso, somos otra persona. Alguien paralelo a nosotros mismos que aprende a mirar la vida con unos ojos diferentes a los de la rutina. Los colores, los olores, los sabores se acentúan, las calles por donde vamos pisando cobran vida y nuestros sentidos funcionan al 200% intentando que cada percepción que nos llega, se quede para siempre con nosotros. La monotonía, cuando viajamos, se convierte en una palabra «ácida» e incluso sería capaz de decir, que por unos días la borramos de nuestro vocabulario.

He viajado sola, acompañada, vacaciones, viajes tristes, viajes de reencuentro, viajes cortos, viajes largos…Viajes para empezar una nueva vida, viajes de la ansiada vuelta a casa… Viajes por amor (¡ay los viajes por amor!). Y viajes como éste. Viajes que planeas a las 2 de la madrugada y de un día para otro, ya tienes los billetes. El destino elegido, Londres. La maleta llena de ilusión, la mente despejada, el cuerpo preparado para pasar frío (¡era diciembre y navidad!), y dos amigas en la otra orilla del aeropuerto esperándome con los brazos abiertos.IMG_4874

Londres, capital de Inglaterra. Cuidad artística, moderna pero conservadora a partes iguales. Antigua, milenaria, pero que se reinventa cada día. Fácil y complicada (sólo tenemos que darnos un paseo en metro para darnos cuenta de que es una de las mayores obras de ingeniería de la humanidad, pero a la vez un completo y magnífico caos). Cuna del Punk, del Pop, refugio y sello indispensable en el pasaporte de músicos, escritores y bohemios. Con una de las monarquías más consolidadas del mundo, y a la vez de las que más da que hablar en cuanto a vidas personales. Un paseo por el Támesis, Carnaby Street,  por Notting Hill, ¡por Candem! Sus calles se llenan de encanto cuando ves pasar los típicos autobuses rojos de dos plantas y sus maravillosos taxis. Sherlock, Enrique VII, Churchill, Lady Di, Jonh Lennon, Hugh Grant, Beckham, ¡Harry Potter! Podría pasarme el día nombrando personalidades tan dispares y únicas que si me paro a pensar, lo único que han tenido en común ha sido el cielo londinese. El marco ideal para una ciudad tan fantástica. IMG_5217

Pero… ¿Qué pasa con la gastronomía? Pues a mi parecer, los ingleses aquí hacen aguas… Sí ya, Fish and Chips… ¿Algo más? Pues que me disculpen los londinenses e Inglaterra entera, pero no conozco nada más típico de la gastronomía inglesa. Suerte que vivimos en el siglo XXI, suerte que las ganas nos pueden con todo y suerte que Londres es tan cosmopolita que puedes probar cocina de todo el mundo, en cualquier parte y a casi cualquier hora (la mayoría de los sitios tienen horario de cocina internacional). Como ya he dicho antes, es mi tercer viaje a Londres, así que el Fish and Chips lo tengo más que probado, así que como os he dicho antes, al viajar los sentidos se agudizan, creo que es uno de los mejores momentos para poner a prueba nuestro paladar con nuevos sabores y sensaciones. ¡Deleitémonos con platos menos frecuentes, comamos a horas inesperadas y dejémonos llevar por las entrañas de la City y que sea ella la que nos lleve a comer donde quiera! Porque si Londres es esa ciudad tan maravillosa, también debe serlo a la hora de llenarnos la barriguita.

Y así fue. Cortito pero intenso, he probado cosas que aquí en Cádiz, tengo menos posibilidades de probar. He llenado mi paladar con nuevos sabores, y a mi vuelta no he dudado en llenar mi despensa de ingredientes que nunca antes había comprado.

He de decir que fueron muchos y muy buenos los sitios en los que fuimos haciendo paradas para repostar combustible (es lo que tiene tener una maravillosa amiga que lleva viviendo en allí algo más de ocho años, ¡se las sabe todas!), desde un magnífico brunch al más puro estilo «british» en Megan’s, hasta deleitarnos con sabores de todo el mundo en el mercado de Borough Market.

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Pero lo que más me gustó, o sorprendió, porque siempre había estado reacia a probarlo, fue cenar en un restaurante asiático con fuerte acento japonés donde pedimos ramen. El lugar se llama Shoryu, y aunque hay varios en Londres, nosotras cenamos en el que está cerca del Soho.

De entrantes pedimos unos «bao buns», «bocadillo taiwanés» o «mollete chino», cuya masa esta cocida al vapor en una vaporera de bambú, y rellenos en principio, de panceta de cerdo. Hoy en día las posibilidades son infinitas, tantas como cuantas nuestra imaginación nos permita. Nosotras nos decantamos por buns de pollo a la barbacoa, y de pollo marinado.

 

Pero realmente nuestro plato principal, el ramen, como he dicho antes fue lo que más me sorprendió. El ramen, haciendo una descripción ligera y para que todos me entiendan, es una sopa a base de fideos, con verduritas, carne o pescado y con un aderezo bastante potente, que es lo que le da el puntito diferente. Algo que entra genial en los días de frío, como aquel de diciembre.

IMG_5033Por probar, pedimos dos diferentes, uno de pollo al curry y otro de pescado. A día de hoy no sé con cual de los dos me quedaría. ¡Riquísmos! Tanto que hoy me he decidido a hacerlos en casa (aunque aún me quede bastante para alcanzar el nivel de «ramen supremo»), ya que me niego a comer nada que venga preparado en un sobre. La cocina no es tan complicada ni tan difícil cuando le pones ganas, como para tener que recurrir a los preparados de dudosa procedencia…

Mis ramen también han sido de pescado y de pollo y no os miento cuando digo que he tardado menos de 30 minutos en tenerlos listos (fueron dos días diferentes a la hora de la comida). ¿Queréis saber como los he preparado? ¡Pues allá van las recetas!

Ingredientes para el ramen de pescado:

  • Un huevo
  • 1/2 zanahoria
  • Un trozo de puerro
  • Sepia (con unos trocitos nos vale)
  • Unas colitas de langostino (las mías son congeladas)
  • 300 ml de caldo (preferiblemente del tipo que sea el ramen, si es de pescado, el caldo ideal también sería de pescado)
  • sal
  • Fideos chinos
  • Una cucharada de salsa de soja
  • Jengibre molido
  • Cebolleta

¡Vamos allá con éste!

1.- Lo primero que tenemos que hacer es en un cazo poner a hervir agua y cuando la tengamos, añadimos el huevo para cocerlo. Esperamos diez minutos y sacamos el huevo. Lo metemos en agua fría para cortar la cocción. Lo dejamos ahí mientras que seguimos con el ramen

2.- De nuevo, ponemos un cazo en el fuego y ponemos a hervir el caldo junto con un pelín de agua.

3.- Una vez lo tengamos, bajamos un pelín el fuego y añadimos la zanahoria y el puerro picaditos. Tapamos y esperamos unos 4-5 minutos.

4.- Añadimos la sepia y las colitas de langostino, tapamos y esperamos unos 2-3 minutos. Comprobamos que la sepia está mas o menos en su punto.

5.- Sazonamos, sin pasarnos porque la salsa de soja ya es bastante potente. Añadimos jengibre molido (al gusto), y la cucharada de salsa de soja. Removemos y tapamos un minuto.

6.- Apagamos el fuego y echamos los fideos chinos, tapamos y dejamos reposar un par de minutos. Mientras pelamos el huevo y picamos la cebolleta en rodajitas

7.- Vertemos nuestro ramen en un cuenco, añadimos el huevo partido por la mitad y la cebolleta cortada en rebanaditas. ¡Y listo, a comer!

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Ingredientes para el ramen de pollo al curry:

  • Un huevo
  • 1/2 zanahoria
  • Un trozo de puerro
  • Pollo cocido o también podéis usar pollo rebozado, previamente cocinado.
  • 300 ml de caldo de pollo
  • sal
  • Tallarines chinos
  • Curry en polvo
  • Jengibre molido
  • Cebolleta

El paso a paso es casi idéntico al ramen anterior…

1.- Lo primero que tenemos que hacer es en un cazo poner a hervir agua y cuando la tengamos, añadimos el huevo para cocerlo. Esperamos diez minutos y sacamos el huevo. Lo metemos en agua fría para cortar la cocción. Lo dejamos ahí mientras que seguimos con el ramen

2.- De nuevo, ponemos un cazo en el fuego y ponemos a hervir el caldo junto con un pelín de agua.

3.- Cuando el caldo alcance el punto de hervor, añadimos los tallarines chinos.

3.- Una vez lo tengamos, bajamos un pelín el fuego y añadimos la zanahoria y el puerro picaditos. Dejamos cocer unos 4-5 minutos.

4.- Añadimos la sal, el jengibre y el curry. Vamos probando hasta que esté a nuestro gusto. Recuerda que es mejor ir de menos a más, por lo que no debemos nunca añadir al principio mas de media cucharadita.

5.- Cuando los tallarines casi estén en su punto, añadimos el pollo y dejamos al fuego un minuto más.

6.- Retiramos y servimos en un bol. Añadimos el huevo cocido y pelado, partido por la mitad así como la cebolleta cortada en rebanaditas.

¡Listo! Un tipo de plato calentito muy diferente a lo que estamos acostumbrados a tomar, ¡espero que os guste!

 

Y Londres… ¡Ay Londres! Nunca me cansaré de visitarte, y aún menos cuando dos amigas te están esperando allí. Como dije al principio del post, «dicen que viajar cura el alma…», y creo que este viaje curó tres.

Gracias a Pao y a Almu, por los paseos, por ser mis ojos allí, por las risas y las lágrimas, los consejos, el «suchard» y los polvorones. Pero sobre todo, por llevarme a ver «las luse» y por andar 221 números de Baker Street a las 23.00 horas con cero grados 😉

¡Nos vemos prontito!

Ana.

 

 

 

 

 

 

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Bienmesabe

A estas alturas de la película, muchos de vosotros ya sabréis que soy de Cádiz. Y como es de imaginar, cada vez que pongo un pie fuera de mi tierra y digo que soy de allí, en seguida me asocian con las playas, el sol, el carnaval y por supuesto, el «pescaito frito». Es entonces cuando a mi se me ilumina la cara y sonriendo digo… ¡Sí, sí, de ahí vengo yo!

Uno se puede sentir muy de su tierra cuando está allí, pero cuando nos toca irnos fuera, y si os ha tocado alguna vez supongo que sabréis de lo que hablo, hace que desde la distancia, realmente apreciemos el lugar que nos vio nacer o de donde nos sentimos.

En mi caso, pasé un año fuera de Cádiz, en Barcelona (mi otro ojito derecho), estudiando y trabajando. Conocí a tanta gente de tantas nacionalidades que a veces era mejor llamarnos por nuestros países o ciudades, que por nuestro nombre. Y así un día, lejos de mi mar, dejé de llamarme Ana para llamarme «Cádiz».

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La Caleta

Pero… ¿Qué se supone que nos toca hacer cuando nos ponen por bandera nuestra trierra? Pues si antes ya presumía de ella, lo multipliqué por 10. Ahora yo representaba las playas, el sol, el carnaval y el «pescaito frito». Cada vez que hablaba de ella, intentaba que un rayito de sol se reflejase en mis palabras y que todo tuviese un poquito mas de sal, o más bien salero. Tanto fué como la pinté, que diez años después, sigo recibiendo visitas en mi tierra de toda la gente que conocí en Barcelona. ¡Y las que me quedan!

Pero claro, no todos pueden hacerme una visita… Ni todavía se ha inventado un correo electrónico, un mensaje de Whatsapp o ¡una teletransportación si me apuras! Para que yo pueda seguir enviando «pescaito frito» desde aquí a cualquier parte del mundo, ¡ojalá! Así que como ésto es medianamente un blog de cocina, la única solución que veo más factible es que publique, como os digo siempre, bajo mi punto de vista no universal, la receta de uno de los aliños más famosos de Cádiz, en cuanto a pescado se refiere… El Bienmesabe.

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¿Pero qué pescado es el Bienmesabe? Pues realmente no es el pesado en sí, sino el aliño como he dicho antes. Es una forma que tenemos de aderezar, de marinar, de aliñar, de adobar el cazón.

Pero… ¿Sabemos lo que es el cazón? Pues sin que cunda el pánico, es un tipo de tiburón… ¡Ahí es nada! Aunque está muy lejos de parecerse a la comida china de folleto buzonero en el que siempre aparece «sopa de aleta de tiburón», no confundamos, por favor… El Cazón o tiburón vitamínico, o podríamos llamarlo también el Sr. Galeorhinus galeus, pesa unos 45 kg y puede llegar a los 2 metros de largo. Su carne es blanca y jugosa, posee muy pocas espinas, por lo que a la hora de comerlo si sois señoritos como yo, es muy fácil de limpiar.

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Vale, ya tenemos que el Bienmesabe es un tipo de aliño con el que adobamos el cazón… ¿Pero, por que Bienmesabe? Realmente tendríais que probarlo para comprobar que realmente es una maravilla que «bien sabe», pero cuentan por ahí que a mediados del siglo XIX la reina Isabel en uno de sus viajes por mi tierra, probó el cazón adobado a este estilo. Al probarlo fue tal su sorpresa y su agrado que exclamó ¡Bien me sabe!. Todos los que estaban a su alrededor esperando cuál era la reacción de la reina al probarlo, al ver su contento, siguieron exclamando ¡Bien me sabe, bien me sabe! Y de ahí su nombre, Bienmesabe.

 

Ahora sin mas charla, creo que es hora de que os desvele el secreto profesional de los fogones de mi casa cuando hacemos el Bienmesabe.

¡Coge papel y lápiz que ahí vamos!

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Ingredientes:

  • 1 kilo de cazón cortado en rodajas.
  • Vinagre
  • Agua
  • 1 cucharada de pimentón
  • 2 o 3 dientes de ajo
  • 2 cucharadas de orégano
  • 1 cucharada de comino
  • Un par de hojas de laurel
  • sal
  • Harina para freír.

1.- Lo más importante de todo, es que tenemos que dejar marinar el cazón al menos 8 horas. Podéis hacerlo incluso la noche antes, pero teniendo en cuenta que cuanto más tiempo esté marinando, más fuerte será el adobo. Y para gustos, no hay nada escrito 😉

2.- Vamos a preparar el adobo usando el 50% de agua y el 50% de vinagre, mezclándolo con el pimentón, los dientes de ajo cortados en láminas, el orégano, el comino y la sal. Podemos dejar la mezcla así tal cual, removiéndola bien o pasándola por una batidora para moler bien todos los componentes, menos el laurel que lo dejamos tal cual. Yo lo he hecho sin pasar por la batidora.

3.- En una fuente colocamos el cazón limpio a rodajitas o lomitos y cubrimos con la mezcla. Dejamos reposar.

4.- Para harinarlos necesitamos harina que sea gordita, ¡pero que no sea de repostería ni nada de eso! Y vamos pasando el cazón escurrido del adobo.

5.- En una sartén con abundante aceite caliente, ¡ojo! Muy caliente, vamos friendo el cazón. Necesitamos que el aceite esté lo suficientemente caliente para que al freírlo se cree la «costra» de la harina típica del «pescaito frito».

6.- En un plato con un papel absorbente, vamos dejando reposar el «Bienmesabe« (sí, en este punto ya podemos llamarlo Bienmesabe)  para retirar el exceso de aceite ¡y listo, a disfrutar!

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En mi caso, como era para comer, lo he acompañado con una ensalada de lechuga roja, tomatitos cherry, rúcula, queso y un aliño con miel, pero un gazpacho, un salmorejo o un picadillo… ¡También son muy buenos acompañantes!

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¡Y hasta aquí el post de hoy!

¡Espero que os haya gustado y haberos acercado un trocito de mi tierra a través de la pantalla! ¿Os atrevéis a hacerlo?

Nos vemos prontito.

Ana.

 

 

 

 

Paella rápida y fácil.

Por muy cocinitas que seamos, como la comida de «mamá» no hay nada…

Tienen ese «je ne sais quoi» , como ese punto de más cargado de ilusión que le ponemos a nuestras recetas cuando estamos cocinando para alguien: «Te vas a chupar los dedos, no te va a gustar ¡te va a encantar! Te va a faltar pan para mojar, te vas a acordar de mi plato y de lo bien que comiste toda tu vida, se te van a caer dos lagrimones cuando lo pruebes… Si a los hombres se les conquista por el estómago ¡ja! ¡Tú ya eres mío!».  Y supongo que será ese mismo toque el que le ponen ellas pero elevado a un millón de millares. Podremos tener más maña o menos, más tino con la sal o menos, pero el toque mágico de una madre, no lo tendremos nunca.

Os cuento todo esto porque al vivir sola, de vez en cuando, una se pone melancólica al recordar los platos de mamá. Sobre todo la paella. Perdón, La Paella de Mamá, con mayúsculas. Pero claro ni todos los días son domingos, ni tenemos el mismo tiempo, ni siempre estamos al lado de las mejores cocineras del mundo. Así que como decía por ahí un tal Albert Einstein » En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento»… Y amigos míos,  tener ganas de comer paella y no poder, es una crisis bastante seria.

Fue así, como en un día gris, de esos en los que no tienes ganas ni de mirarte al espejo pero matarías por vivir como una marquesa, cuando se me encendió de nuevo la bombillita. Corrí a la despensa y al frigorífico comprobando que tenía los ingredientes. Tenía el microondas (sí sí, el microondas), tenía el maravilloso cocedor de arroz de Lékué y tenía materia prima. Lo que me faltaba, como siempre, era tiempo y ganas de ensuciar la cocina. Aún así, me lié la manta a la cabeza y me salió un plato bastante resultón, que aunque no tiene nada que ver con una paella tradicional por su preparación, me sirvió para darme el gustazo. FullSizeRender (14)

FullSizeRender (2)Lo primero que tenía que tener en cuenta es que al cocinar arroz en el microondas, las recetas van un poco «al revés» que de la manera tradicional, digan lo que digan las abuelas y madres. Necesitamos que los ingredientes más «duros», por decirlo de alguna manera, tengan más tiempo de cocción, mientras que no tenemos que preocuparnos de que no se absorban bien los sabores, porque en el microondas ese proceso de «maceración» se aligera muchísimo. Pero para que me entendáis mejor os cuento como la hice yo, ¡vamos allá!

Ingredientes:

  • 60 gr de arroz Basmati (era el que yo tenía en casa, os lo cuento sin trampa ni cartón)
  • 230 ml de agua
  • Una pizca de sal
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • Trocitos de sepia limpia
  • Un cuarto de pimiento verde
  • Un cuarto de pimiento rojo
  • Un par de cucharadas de tomate frito (yo uso uno ecológico, también podéis usar tomate natural rallado)
  • Cebollita picada
  • Unas gambitas
  • Un par de cucharadas de colorante alimenticio (podéis sustituir una de las cucharadas por «saborizante de paella»)
  • Limón para decorar y aliñar.IMG_1538

1.- Lo pimero que tenemos que hacer es lavar un poco el arroz para que suelte almidón. Yo lo vierto en un colador y lo pongo bajo el chorro del grifo de la cocina, lavándolo con abundante agua fría.

2.- Después lo vamos a introducir en el cocedor de arroz de Lékué, junto con el agua y el aceite. Programamos 6 minutos a 800 watios. Mientras vamos picando los pimientos y la cebolla.

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3.- Una vez lo tengamos le añadimos los pimientos y la cebolla. Removemos y volvemos a meter en el microondas 2 minutos a 800 watios.

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4.- A continuación incorporamos las gambitas, la sepia y el tomate. Removemos de nuevo y programamos 2 minutos a 800 watios.

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5.- Lo último que nos queda por añadir es la sal y el colorante alimenticio. Mezclamos todo bien y programamos un último minuto a 800 watios. Cuando termine, volvemos a remover y tapado, dejamos reposar un par de minutos. ¡Ya tenemos nuestro arroz!

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Acompañamos con un buen vinito, ¡y a disfrutar!

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¡Espero que os haya gustado!

Nos vemos prontito.

Ana.