Cheesecake de Chocolate y Baileys

 

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¡Hola a todos!

Sí, lo sé, vuelvo a estar perdida… Pero cuando casi no tienes tiempo ni para respirar, es muy difícil llevar todas las cosas bien. ¡Pero aquí estoy de nuevo! ¡Y con nuevo look! Estoy estrenando nueva imagen en el blog, y aunque le quedan algunos «retoquitos» ya no podía aguantarme más el «ansía viva» de publicar algo.

Creo que no había mejor re-inauguración que con una Cheesecake, pero oiga, ¡vaya cheesecake! Una adaptación de una receta de Alma Obregón, pero en este caso con un toque de queso mascarpone que no pasa desapercibido. Se hace al horno y lleva una ganache de chocolate, todo ello bien aliñadito, en este caso, con Baileys (aunque estoy deseando probarla con otro tipo de licor). La preparé para una cena que tuve hace unas semanas, y perdonadme que no haya fotos del corte de la tarta, ¡pero es que fue un visto y no visto! Aunque os puedo asegurar que como toda ella, era espectacular. Una receta, no demasiado complicada, resultona y evidentemente, deliciosa. La hice en un molde de 18 cm desmontable, el mío es Lékué y la verdad es que desde que los probé, pera este tipo de tartas no quiero otros. ¿Queréis la receta? ¡Pues ahí va!

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Ingredientes:

  • 160 gr de galletas (yo uso tipo Digestive)
  • 80 gr de mantequilla
  • 600 gr de queso de untar ( tipo Philadelphia)
  • 200 gr de queso mascarpone
  • 160 gr de azúcar
  • 60 gr de harina
  • 4 Huevos medianos
  • 70 ml de nata para montar (mínimo 35% materia grasa)
  • 80 ml de Baileys

 

Para el ganache de Baileys:

  • 170 gr de chocolate negro
  • 140 ml de nata para montar (mínimo 35% materia grasa)
  • 40 gr mantequilla sin sal a temperatura ambiente
  • 70 ml de Baileys

 

¡Vamos allá!

  1. Prepara la base de la Cheesecake troceando las galletas hasta que queden molidas completamente. Cuando las tengas, derrite la mantequilla y añádesela a las galletas. Integra bien hasta que quede una masa.
  2. Forra la base del molde con la masa ayudándote con una cuchara, hasta que quede completamente cubierta y más o menos, homogénea. Reserva en el frigorífico mientras preparamos el relleno.
  3. Precalienta el horno a 180ºC
  4.  Ayúdate con un brazo eléctrico o batidora (también puedes hacerlo a mano) y a baja velocidad mezcla el queso de untar, con el mascarpone y el azúcar, hasta que todo quede integrado.
  5. Añade los huevos uno a uno sin dejar de remover
  6. Mezcla el Baileys con la nata, y añade. Remueve con un poco más de intensidad  alrededor de un minuto, hasta que la mezcla coja un poco de aire y cuerpo.
  7. Vierte la mezcla en el molde que teníamos preparado con la base y reservado en el frigorífico.
  8. Introduce en el horno y cocina durante unos 30-40 minutos a 160 grados (dependerá de tu horno). El centro tiene que quedarnos un poco «blandito», pero los laterales deben estar totalmente cuajados.
  9. Deja enfriar a temperatura ambiente y después deja que enfríe unas 4 horas mínimo en el frigorífico.
  10. Vamos ahora a preparar la ganache de chocolate. Para ello vamos a calentar en un cazo la nata hasta que llegue al punto de ebullición.
  11. Añadimos el chocolate troceado y removemos para que se vaya derritiendo en la nata.
  12. A continuación agregamos la mantequilla y el Baileys. Removemos y dejamos que enfríe.
  13. Cuando tengamos la tarta y la ganache frías, con la ayuda de una cuchara o espátula vamos untándola por la superficie de nuestra cheesecake. Volvemos a meter en el frigorífico.
  14. Una media horita antes de consumirla, la sacamos y dejamos que temple a temperatura ambiente. Ahora en verano, creo que este paso podríamos saltarlo… jejeje

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¡Espero que os haya gustado tanto como gustó en la cena (os recuerdo que ni dio tiempo de echarle una fotito al corte) y cómo me gusto a mi!

Nos vemos prontito (ahora sí, de verdad)

Ana.

 

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Unos merengues de miedo…

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Quien me conoce bien, sabe que hay dos cosas que no me gustan nada de nada… Ni las películas de terror, ni las comidas demasiado «prefabricadas». Así que no, mi plan ideal de sábado no es precisamente ver «The walking Dead» tomándome una sopa de paquete… Soy más de «Friends» con una tortillita francesa. Cada uno es como es.

Así que ahora que se acerca halloween mis redes sociales se llenan de imágenes de «cómo hacerte un maquillaje extremo para halloween», «fiestas de muerte para halloween», «dulces sangrientos para halloween»… Y a mi que me perdonen, pero el único dulce sangriento que soy capaz de meterme en la boca, es una «Red Velvet» bien hecha. No puedo evitar casi cerrar los ojos del espanto, al ver que se unen dos de las cosas que menos me gustan en el mundo, tanto «horror» y tanto colorante y  pasta fondant juntos.

Sin embargo, cuando estaba a punto de una catarsis entre tanto dedo cortado y tanto ojo de azúcar, encontré la inspiración para la merienda del fin de semana. Y es que en mi casa, sobre todo los fines de semana, solemos merendar algo casero. Así que le dí un par de vueltas al asunto y preparé estos «fantasmitas de muerte».  Son algo entretenidos de elaborar, pero la receta no es nada difícil. Además no llevan ni colorante ni demasiadas grasas y azúcares,  por lo que no abandonamos la idea de merienda sana.

¡Espero que os gusten tanto como a mi! O como gustaron en mi casa, ya que los fantasmas haciéndose honor, desaparecieron en un visto y no visto…

La receta consta de dos partes. Por un lado la galleta que aguantará el merengue, y el merengue italiano en sí. ¿Por qué merengue italiano y no suizo? Pues porque aunque yo recomiendo que se consuman en el día, el merengue suizo no nos aguantaría demasiado tiempo, mientras que el italiano sí (más adelante haré un post hablando de cada tipo de merengue, sus usos y conservación, ¡lo prometo!)

Para la base o galleta, opté por una «masa sablé», la cual es la misma que se utiliza en los canapés salados, pero al añadirle azúcar y en este caso ralladura de naranja, se convierte en una masa ideal para pastitas. Los ingredientes y el proceso serían los siguientes:

  • 200 gr de harina de trigo
  • 80 gr de mantequilla
  • 1 huevo
  • 3 cucharadas de azúcar
  • Ralladura de limón, o en este caso de naranja

 

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Mezclamos todos los ingredientes hasta crear una masa homogénea que no se nos pegue en los dedos. Ponemos un papel vegetal (yo lo pongo tanto debajo de la masa, como encima y así es mucho más fácil amasarla) y amasamos hasta darle un esperor de 0.5 cm. Con un cortapastas, mejor si es redondito, vamos cortando hasta que terminemos con toda la masa. Metemos en el horno precalentado previamente, 15-20 minutos a 180 ºC. ¡Y ya las tenemos listas! (Procura no comerte ninguna antes de tiempo…Yo me comí dos.)

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(Pssst…! Si quieres hacer trampas y ahorrarte la parte de la masa, puedes comprar una base de hojaldre,cortarla y hornearla, usar galletas maría, oreo o cualquier otra que os guste)

¡Ahora vamos con el merengue!

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  • 150 gr de azúcar
  • 50 gr de agua
  • 3 claras de huevo
  • 2-3 gotitas de limón
  • Una pizca de sal.

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Monta las claras junto con la sal y las gotitas de limón, ayudándote de una batidora (en mi caso las monté con la Thermomix). Mientras en un cazo, pon a calentar el agua junto con el azúcar sin remover hasta conseguir un almíbar. Sabremos que está listo cuando empiece a espesar, sin llegar a oscurecer quedando una textura como de «hilo». Si tenéis un termómetro de cocina, la temperatura que debe alcanzar el azúcar para que esté en su punto, es de 115 ºC. No es necesario, ya que a ojo veréis fácilmente como va espesando.

Una vez que lo tengamos agregamos el almíbar a las claras montadas poco a poco en forma de hilo y sin dejar de remover. Montamos un par de minutos más, hasta que el merengue haga «picos» o podamos ponerlo boca abajo sin que se caiga.

Dejamos que enfríe un poco y lo introducimos en una manga pastelera, con una boquilla lisa ancha. La que yo usé era de 18 mm. Sobre las pastitas que han debido de sobrarnos (ejemmm…), vamos creando montoncitos hasta darle forma a los fantasmas.

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Una vez que los tengamos, con chips de chocolate negro, le vamos poniendo los ojitos. Estos podéis comprarlos hechos, o como yo que los hice fundiendo un poco de chocolate negro y haciendo «gotitas». Los dejé enfriar en la nevera, ¡y tenemos ojitos!

¡Espero que os haya gustado tanto como a mi y os animéis a hacerlos!

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¡Qué paséis un feliz o terrorífico Halloween…!

¡Hasta pronto!

Ana.