Bienmesabe

A estas alturas de la película, muchos de vosotros ya sabréis que soy de Cádiz. Y como es de imaginar, cada vez que pongo un pie fuera de mi tierra y digo que soy de allí, en seguida me asocian con las playas, el sol, el carnaval y por supuesto, el «pescaito frito». Es entonces cuando a mi se me ilumina la cara y sonriendo digo… ¡Sí, sí, de ahí vengo yo!

Uno se puede sentir muy de su tierra cuando está allí, pero cuando nos toca irnos fuera, y si os ha tocado alguna vez supongo que sabréis de lo que hablo, hace que desde la distancia, realmente apreciemos el lugar que nos vio nacer o de donde nos sentimos.

En mi caso, pasé un año fuera de Cádiz, en Barcelona (mi otro ojito derecho), estudiando y trabajando. Conocí a tanta gente de tantas nacionalidades que a veces era mejor llamarnos por nuestros países o ciudades, que por nuestro nombre. Y así un día, lejos de mi mar, dejé de llamarme Ana para llamarme «Cádiz».

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La Caleta

Pero… ¿Qué se supone que nos toca hacer cuando nos ponen por bandera nuestra trierra? Pues si antes ya presumía de ella, lo multipliqué por 10. Ahora yo representaba las playas, el sol, el carnaval y el «pescaito frito». Cada vez que hablaba de ella, intentaba que un rayito de sol se reflejase en mis palabras y que todo tuviese un poquito mas de sal, o más bien salero. Tanto fué como la pinté, que diez años después, sigo recibiendo visitas en mi tierra de toda la gente que conocí en Barcelona. ¡Y las que me quedan!

Pero claro, no todos pueden hacerme una visita… Ni todavía se ha inventado un correo electrónico, un mensaje de Whatsapp o ¡una teletransportación si me apuras! Para que yo pueda seguir enviando «pescaito frito» desde aquí a cualquier parte del mundo, ¡ojalá! Así que como ésto es medianamente un blog de cocina, la única solución que veo más factible es que publique, como os digo siempre, bajo mi punto de vista no universal, la receta de uno de los aliños más famosos de Cádiz, en cuanto a pescado se refiere… El Bienmesabe.

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¿Pero qué pescado es el Bienmesabe? Pues realmente no es el pesado en sí, sino el aliño como he dicho antes. Es una forma que tenemos de aderezar, de marinar, de aliñar, de adobar el cazón.

Pero… ¿Sabemos lo que es el cazón? Pues sin que cunda el pánico, es un tipo de tiburón… ¡Ahí es nada! Aunque está muy lejos de parecerse a la comida china de folleto buzonero en el que siempre aparece «sopa de aleta de tiburón», no confundamos, por favor… El Cazón o tiburón vitamínico, o podríamos llamarlo también el Sr. Galeorhinus galeus, pesa unos 45 kg y puede llegar a los 2 metros de largo. Su carne es blanca y jugosa, posee muy pocas espinas, por lo que a la hora de comerlo si sois señoritos como yo, es muy fácil de limpiar.

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Vale, ya tenemos que el Bienmesabe es un tipo de aliño con el que adobamos el cazón… ¿Pero, por que Bienmesabe? Realmente tendríais que probarlo para comprobar que realmente es una maravilla que «bien sabe», pero cuentan por ahí que a mediados del siglo XIX la reina Isabel en uno de sus viajes por mi tierra, probó el cazón adobado a este estilo. Al probarlo fue tal su sorpresa y su agrado que exclamó ¡Bien me sabe!. Todos los que estaban a su alrededor esperando cuál era la reacción de la reina al probarlo, al ver su contento, siguieron exclamando ¡Bien me sabe, bien me sabe! Y de ahí su nombre, Bienmesabe.

 

Ahora sin mas charla, creo que es hora de que os desvele el secreto profesional de los fogones de mi casa cuando hacemos el Bienmesabe.

¡Coge papel y lápiz que ahí vamos!

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Ingredientes:

  • 1 kilo de cazón cortado en rodajas.
  • Vinagre
  • Agua
  • 1 cucharada de pimentón
  • 2 o 3 dientes de ajo
  • 2 cucharadas de orégano
  • 1 cucharada de comino
  • Un par de hojas de laurel
  • sal
  • Harina para freír.

1.- Lo más importante de todo, es que tenemos que dejar marinar el cazón al menos 8 horas. Podéis hacerlo incluso la noche antes, pero teniendo en cuenta que cuanto más tiempo esté marinando, más fuerte será el adobo. Y para gustos, no hay nada escrito 😉

2.- Vamos a preparar el adobo usando el 50% de agua y el 50% de vinagre, mezclándolo con el pimentón, los dientes de ajo cortados en láminas, el orégano, el comino y la sal. Podemos dejar la mezcla así tal cual, removiéndola bien o pasándola por una batidora para moler bien todos los componentes, menos el laurel que lo dejamos tal cual. Yo lo he hecho sin pasar por la batidora.

3.- En una fuente colocamos el cazón limpio a rodajitas o lomitos y cubrimos con la mezcla. Dejamos reposar.

4.- Para harinarlos necesitamos harina que sea gordita, ¡pero que no sea de repostería ni nada de eso! Y vamos pasando el cazón escurrido del adobo.

5.- En una sartén con abundante aceite caliente, ¡ojo! Muy caliente, vamos friendo el cazón. Necesitamos que el aceite esté lo suficientemente caliente para que al freírlo se cree la «costra» de la harina típica del «pescaito frito».

6.- En un plato con un papel absorbente, vamos dejando reposar el «Bienmesabe« (sí, en este punto ya podemos llamarlo Bienmesabe)  para retirar el exceso de aceite ¡y listo, a disfrutar!

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En mi caso, como era para comer, lo he acompañado con una ensalada de lechuga roja, tomatitos cherry, rúcula, queso y un aliño con miel, pero un gazpacho, un salmorejo o un picadillo… ¡También son muy buenos acompañantes!

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¡Y hasta aquí el post de hoy!

¡Espero que os haya gustado y haberos acercado un trocito de mi tierra a través de la pantalla! ¿Os atrevéis a hacerlo?

Nos vemos prontito.

Ana.

 

 

 

 

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Tarifa

Hace casi un año que empecé a publicar en el blog, y a lo largo de todo este tiempo me he dado cuenta de que el mundo de la cocina, gastronómico, foodie o como queráis llamarle, va mucho más allá de publicar una receta con fotos bonitas y apetecibles. Para mi se está convirtiendo en toda una forma de vida, donde cada ingrediente, color, olor y sabor se convierte en toda experiencia. Pero no sólo eso, también he aprendido que el entorno donde disfrutamos de la buena mesa es un factor más que importante, y que son muchos los condicionantes que hacen que cada bocado sea mágico.

Así que un día se me encendió la bombillita y decidí abrir un nuevo apartado en el blog, en donde no sólo hable de la comida en sí, sino de todo lo que hay alrededor de ella. Un espacio donde compartir vivencias, lugares que a partir de ahora se volverán indispensables en mi agenda y que recomendaría una y mil veces a ti, que estás leyendo esto. Voy a intentar que os transportéis conmigo a los lugares por donde voy pisando y podáis sentir de la mejor manera posible, todo lo que yo estaba viviendo y sintiendo al otro lado del objetivo de mi cámara. Y sinceramente, no hay mejor manera de inaugurar este apartado que con una escapadita a Tarifa.

¡Vamos allá! Dale al play y sígueme que nos vamos a la playa.

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Ubicando a Tarifa en el mapa mundi, se encuentra en la provincia de Cádiz, al sur del sur de España y Europa. Justo cuando el continente está a punto de terminarse, ahí empieza ella. Conocida mundialmente por su viento de levante, es punto de referencia para todos los amantes del Kitesurf, Surf y Windsurf. Un pequeño pueblecito blanco costero que ve como su población se triplica en fechas clave como el verano. Tengo la suerte de que está situada tan sólo a una hora en coche de donde yo vivo, y aunque no recuerdo cuántos años tenía cuando mi padre me llevó la primera vez (sí recuerdo el helado de fresa que me comí, yo siempre igual…), creo que no ha pasado más de un año sin que haya ido a verla. Sus calles con huella árabe, su olor a mar, sus playas kilométricas, su inconfundible ambiente surfero… Invierno, otoño, primavera y por supuesto, verano, con amigas, alguna que otra escapadita romántica, de paso o estar varios días, Tarifa me conquistó ese trocito que tenemos en el corazón donde guardamos los lugares que nos hacen felices. Esta vez estuve un fin de semana con «mi mejor amiga del mundo mundial»,  y aunque a él todavía le faltan un par de meses para llegar al mundo, también venía Oliver en la barriguita de mi amiga.

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Llegamos el viernes por la tarde, y antes de instalarnos en el hostal, hicimos una paradita en el camino para darnos un bañito en la playa Valdevaqueros y tomarnos un tremendo mojito para merendar, (mi amiga sin alcohol, ¡por supuesto!) como tenemos por costumbre. El sitio elegido fue el «Beach Hotel Arte y Vida Tarifa», el cual tiene una terraza a pie de playa con tumbonas, mesitas y un gran césped donde tirar la toalla y disfrutar de sus maravillosos cocktails y batidos sin perder de vista el mar. A la derecha Punta Paloma, a la izquierda el pueblo de Tarifa y de frente el atardecer donde con cada sorbito a nuestro mojito y con cada nota de la música ambiental del chiringuito, el sol se va escondiendo a poquitos en el ancho azul. Todo un lujo.

Después nos dirigimos al hostal donde nos quedábamos a dormir la noche del viernes y el sábado, situado ya en el centro de Tarifa. Como he dicho antes, son muchos los años los que llevo yendo a este pueblo y son muchísimos los hostales, casitas y hoteles los que he conocido. Estoy acostumbrada a que sean sitios, que por un precio moderado,  sin personalidad en los que sólo buscas dormir y ducharte para volver a la playa o seguir con la fiesta. Sin embargo con el paso de los años y debido a que la imagen que mostramos de nuestro negocio es uno de los factores más importantes, la cosa ha ido mejorando considerablemente. Tanto ha mejorado, que al llegar al hostal nos llevamos una grata sorpresa por la claridad, limpieza, buen gusto con los pequeños detalles y por la amabilidad de su personal. Recomendable al cien por cien para una escapadita así, su nombre es L’Boutique Tarifa.

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Después de una buena duchita, nos dimos un paseo por las calles del centro buscando un lugar para cenar y terminamos sentándonos en un Mexicano, Ven a Mexico , (os dejo el enlace a Facebook porque no he encontrado su web). Sus nachos caseros al cien por cien, sus burritos y por supuesto, sus margaritas de sabores, son para chuparse los dedos. Además su increíble decoración cuidada al más mínimo detalle con sus preciosas mesas, sillas, paredes ¡e incluso techos! Nos transportan el corazón de México. Si os gusta la comida mexicana tanto como a mi, no dejéis de ir.

FullSizeRender (5)Sin embargo, para mi la joya de la corona, el gran descubrimiento gastronómico de este mini-viaje, ha sido el lugar donde desayunamos los dos días. El Café Azul. 

Zumos, cafés con opción a la leche que más te guste, macedonias, tostadas con varios tipos de panes, crepes, croissants… Todo muy fresco y de gran calidad. Como ellos mismos indican, sus desayunos tienen mucho encanto y una carta tan apetecible y bonita como el sitio en sí. No lo conocía, y ahora me arrepiento de los años que llevo sin desayunar allí (iría todos los días de mi vida…).

Eso sí, aunque la cola va rápida, lo ideal es no ir muy tarde porque gran parte de Tarifa desayuna allí. Indispensable, recomendable y por supuesto, riquísimo. Creo que las fotos hablan por sí solas.

 

 

Tras pasar el día de playa en Bolonia, ya que tuvimos la suerte de que no hacía nada de viento, volvimos al hostal y de nuevo a cenar al centro del pueblo. Tropezamos con un pequeño bar de tapas del que yo ya había oído hablar La Caracola.

IMG_1101Con una carta más que resultona y original, puedes sentarte a cenar en sus ventanales a pie de calle. Su interior de madera sin perder el toque surfero, su implicación con el arte y la sonrisa de su personal que no perdieron, a pesar de que se llenó y les era casi imposible moverse por allí, hacen que tomarte un vino y disfrutar de unas papas con mojo picón, sea todo un lujazo. Hamburguesitas de atún, pollo crujiente cajún, sus empanaditas criollas… Se me hace la boca agua sólo de recordarlo y se me mueven los pies porque además, tienen muy muy buen gusto musical. Chapó.

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Para terminar el fin de semana y acabar de coger fuerzas para volver el lunes al trabajo, pasamos el domingo en la playa de Valdevaqueros. Allí si que teníamos parada obligatoria para comer. Desde que empezamos a ir los veranos a Tarifa, uno de nuestros lugares favoritos siempre fue el Chiringuito Tangana 

A pie de playa, tienes la opción de comer a la carta o de prepararte tu propia ensalada o macedonia. Opciones fresquísimas y llenas de vitaminas para completar un día de playa, ya sea en tu toalla o practicando algún deporte en el agua. Al Igual que el sitio donde estuvimos el viernes por la tarde, cuenta con mesitas, un césped con tumbonas y cojines donde descansar o resguardarte del viento.

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¡Y hasta aquí hemos llegado! Recogemos la maleta, la sombrilla y volvemos a casa mi amiga, Oliver y yo.  A parte de todo lo que os he contado también he de decir que Tarifa tiene una intensa vida nocturna, sus calles se llenan de gente y discotecas tan importantes como Café del Mar, plantaron una sede allí hace ya algunos años. Pero en nuestra escapada el fin de una embarazada de 7 meses y una autónoma algo cansadilla, no era otro que desconectar, descansar y disfrutar de cada bocado. Hemos vuelto con las pilas cargadísimas, os lo puedo asegurar.

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¡Espero que os haya gustado! Y que los lugares os sirvan de referencia si os dejáis caer por este rinconcito del sur.

¡Nos vemos prontito!

Ana.

  • Música «Plage» de Crystal Fighters
  • Fotos con Iphone 7 Plus
  • Gracias a Irene, por el fin de semana y por aguantarme con las fotos 😉