Bund Cake de naranja y chocolate

IMG_6571Vale… Es época de torrijas, arroz con leche y demás pastelitos de cuaresma… Y la receta que os traigo hoy nada tiene que ver. Y cuando digo nada, es nada. Al contrario debería ser pecado pasarse con la ganache de chocolate como me he pasado yo en este caso. ¡Pero es que no he podido resistirme! Era solo un bañito ligero, y te terminado enfoscando el Bundt Cake… Jejeje…

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Pecado o no, el caso es que el viernes pasado llegué a casa sorprendentemente pronto y sin nada que hacer. Así que vi como desde la estantería me miraba el molde de Nordic Ware y me hacía ojitos. Vale, algo sencillito, algo que pueda hacer con los ingredientes que tengo en casa y así también, ya tenemos la merienda para el fin de semana. Un Bundt Cake de naranja y chocolate con la masa marmolada no estaría mal…Y aunque a mi la combinación de naranja y chocolate no me vuelva loca (yo soy mucho más, ¡infinitamente más! De la combinación menta-chocolate), en los dulces no queda nada mal, ni son sabores «extrámboticos» que no gustan a todo el mundo.

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Lo tengo todo, el molde, los ingredientes, el tiempo y el ánimo por las nubes para que salga redondo, ¡vamos allá!

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Ingredientes para la masa:

  • 225 gr de mantequilla a temperatura ambiente
  • 300 gr de azúcar
  • 330 gr de harina
  • 23o gr de leche (en mi caso de almendras, es la que uso en casa)
  • 4 huevos
  • 3 cucharaditas de levadura en polvo
  • 1 pizca de sal
  • La ralladura de 1 naranja medianita
  • Dos cucharadas soperas de Cacao en polvo Valor 0% Azúcares

Ingredientes para la ganache de chocolate:

  • 125 ml de nata para montar
  • 125 gr de chocolate negro troceado
  • 1 chorrito de licor, en mi caso usé ron, pero podéis usar el que más os guste. Con Cointreau debe quedar genial

¡Empezamos con la masa!

1.- Precalentamos el horno a 180ºC y engrasamos el molde. Yo he probado esta vez el nuevo desmoldante líquido de Wilton que me llegó a la tienda, ¡y genial! Echas un pelín en el centro y con una brochita de silicona vas pintando todo el molde. Para los moldes de Nordic Ware que tienen tantos recovecos viene genial, ¡100% recomendable!

2.- En un bol ponemos el ázucar con la mantequilla en punto pomada y batimos con ganas o si es con unas varillas eléctricas o robot, a velocidad media. hasta que quede una masa blanquecina.

2.- Echamos los huevos uno a uno sin dejar de batir, integrándolos bien.

3.- A continuación echamos la ralladura de naranja, una pizca de sal y la leche. Seguimos batiendo bien a velocidad media-baja.

4.- Tamizamos la harina con la levadura y vamos añadiéndola a poquitos para que no se formen grumos en la masa.

5.- Cuando tengamos la masa lista, separamos la mitad en un molde, y con la que vamos a seguir trabajando le añadimos las dos cucharadas soperas de cacao en polvo. Volvemos a mezclar bien hasta que la masa se pone oscura. Para mi con dos cucharadas ha ido bien, pero eso va al gusto.

6.- Para que quede el efecto marmolado, cogemos el molde y vamos echando un poquito de cantidad de cada masa, sin mezclarlas para que se diferencien bien los dos colores.

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7.- Introducimos el molde en el horno con calor arriba y abajo a 180ºC unos 50-60 minutos. Hasta que al pinchar la masa con un palito salga limpio.

8.- Cuando lo saquemos del horno lo dejamos templar en una rejilla y cuando haya bajado de temperatura considerablemente, lo desmoldamos y lo dejamos que enfríe completamente.

¡Vamos a por la ganache!

1.-Mientras que se termina de enfriar nuestro BundtCake, ponemos en un cazo a hervir la nata.

2.- Cuando llegue al punto de ebullición retiramos del fuego y añadimos el chocolate troceado. Removemos hasta que se funda completamente el chocolate.

3.- Añadimos el licor, removemos y dejamos que temple.

4.- Cuando el Bundt Cake esté frío lo bañamos con la ganache y dejamos que termine de enfriar y cauajar… Si eres capaz… 🙂

Si no quieres añadir la parte de chocolate de la masa, puedes hacerlo completamente de naranja y en vez  de la ganache hacer un glaseado de naranja, ¡te quedará genial igualmente!

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¡Espero que os haya gustado!

¡Nos vemos prontito!

Ana.

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Brownie de Calabaza

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No queda ni una semana para que termine octubre y aquí seguimos, en manga corta y sin guardar la sombrilla de la playa… ¡Casi no me he dado cuenta de que Halloween estaba a la vuelta de la esquina! Pero es que mi mente es incapaz de asociar esa fecha en la que ya va apeteciendo una rebequita… ¡Con este calor! Y claro, si sigue haciendo calor, ¿quién quiere encender el horno? Pues yo.

Si señores, a las altas temperaturas de mi casa he decidido subirle un par de graditos más poniendo la maquinaria en marcha a 180ºC… Pero es que tenía que probar este brownie de calabaza y enseñároslo por si queréis hacerlo en el puente, o no puente, que tengáis para el día 31.

Sé que lo ideal para esta fecha es elaborar algo tremendamente terrorífico (como los fantasmitas que hicimos el año pasado, te dejo el enlace aquí por si queréis revisarlos), pero este año me he decantado por algo que está a medio camino entre la tradición (aquí es donde entra la calabaza), y el monillo de dulce y chocolate que nos entra los domingos y los días de fiesta (aquí es donde entra el brownie).

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Y ya que estamos metidos en tertulia y sabiendo lo que me gusta buscarle el porqué a las cosas (espero que todo esto algún día nos sirva a todos para ganar quesitos en el Trivial…), ¿sabéis de donde viene la tradición de decorar las calabazas en Halloween? Bueno, bueno… ¿Sabéis de donde viene la tradición de celebrar Halloween? Pues sorprendentemente, no es cosa de los americanos (aunque en España sigamos diciendo que esta fiesta es una «americanada»), la culpa de todo este follón la tienen… ¡los irlandeses! ¡Y sobre todo los celtas! ¡Ea, está más cerca de lo que nos creíamos!

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Resulta que los celtas creían que al final del verano se abría la barrera entre el mundo de los humanos y de los espíritus. Fecha que concretamente coincidía con el 31 de octubre (esperemos que este año se abra la barrera a las borrascas y al invierno). Esa noche, las brujas, los duendes y las almas en pena, salían para incordiar a quienes les habían hecho daño en vida… ¡Buh! Por otro lado, el símbolo de las calabazas decoradas, que también tiene que ver con ellos, se debe a que una leyenda irlandesa cuenta que Jack, fue tan malísimamente malo en vida, que al morir no lo quisieron ni en el cielo, ni en el infierno. Su condena fue vagar por la eternidad como un alma solitaria llamando a las puertas de uno y otro sitio para que lo dejasen entrar. En ese camino tan sombrío, sólo disponía de una calabaza vacía con una vela adentro que le servía de lámpara. Como el 31 de octubre hemos dicho que era cuando se abrían las puertas al mundo de los humanos, Jack vagaba por las calles con su calabaza encendida, llamando a las puertas por si alguien le dejaba entrar. Y de ahí que decoremos las calabazas en esta fecha y que los niños disfrazados, vayan de puerta en puerta.

Me enrollo como las persianas, lo sé, pero no me olvido de la receta… ¡jurjur! Así que encendamos el horno, ¡y manos a la obra!

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Ingredientes:

  • 50 gr. de nueces picadas
  • 50 gr.  de pasas sin pepitas ni hueso, troceadas (podéis echarle los frutos secos que queráis)
  • 150 gr. de calabaza rallada
  • 4 huevos medianos
  • 150 gr. de azúcar moreno
  • 75 gr. de aceite de girasol
  • 150 gr. de harina integral (también podéis usar la normal)
  • 1 sobrecito de levadura
  • 1 cucharadita de bicarbonato (opcional)
  • 2 cucharadas de canela en polvo
  • 1 pizca de sal
  • 175 gr. de chocolate negro para fundir
  • 175 gr. de nata (35% de materia grasa mínimo)
  • Almendritas laminadas para decorar

1.- Comenzamos precalentando el horno a 170ºC y engrasando un molde rectangular (puedes usar cualquier otro, pero al ser un brownie queda mucho mas bonito así)

2.- Vamos a montar los huevos con el azúcar ayudándonos con unas varillas electricas. Deben coger un tono blanquecino y aumentar de volumen. Esto te llevará unos 5 minutos.

3.- Agregamos la calabaza rallada, el aceite, la canela y la sal. Removemos mezclando.

4.- Tamizamos la harina junto con la levadura y el bicarbonato y la vamos agregando poco a poco, removiendo y evitando que se nos queden grumitos.

5.- Por último, añadimos los frutos secos picaditos. En mi caso eran nueces y pasas. Con ayuda de una espátula y con movimientos envolventes, vamos integrándolos.

6.- Vertemos la masa en el molde engrasado y metemos en el horno. Programamos unos 20 minutos a 180 ºC y vamos comprobando con un palito si está a punto nuestro brownie.

7.- Mientras que tenemos la masa en horno, vamos a preparar la cobertura de chocolate. Para ello llevamos la nata a ebullición en un cazo. Cuando la tengamos, añadimos el chocolate negro troceado y vamos removiendo hasta que el chocolate quede totalmente derretido en la nata.

8.- Reservamos la cobertura en un bol y dejamos que temple a temperatura ambiente.

9.- Una vez tengamos el bizcocho fuera del horno y muy templado, casi frío (vale, puedes esperarte a que se enfríe completamente), bañamos la superficie con la  cobertura de chocolate que teníamos reservada. Si ha espesado mucho, introdúcela en el microondas en modo «descongelación» durante 30 segundos para que vuelva a ablandar.

10.- Una vez tengas tu brownie bañando en el chocolate, puedes decorarlo. Yo he usado láminas de almendritas que tenía en casa, ¡pero es cosa tuya echarle imaginación!

11.- Para que la cobertura del brownie quede más compacta, puedes meterlo en el frigo y sacarlo un ratito antes de comértelo.

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¡Espero que os haya gustado la receta de hoy! Es increíblemente sencilla y la verdad es que si la hacéis no sobrarán ni las miguitas… ¡Os lo digo yo!

Nos vemos prontito… Y cuidado con las brujas de Halloween… ¡Buuuuhhh!

Ana.

Muerte por chocolate

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Cuenta una leyenda Azteca que el dios Quetzalcóatl, representado como la serpiente emplumada, era un dios bondadoso y de buen corazón que enseñó a los aztecas artes como el de la agricultura, la astrología o la medicina. Un dios que detestaba la guerra y la violencia por encima de todo, el sufrimiento y los sacrificios. Enseñó a su pueblo a vivir en paz y a que los buenos valores prevalecieran sobre los demás. Cada cierto tiempo emprendía viajes en los que seguía divulgando su sabiduría más allá de sus fronteras,  y en los que iba enseñando que siempre hay muchísimos caminos alternativos a la violencia.

Sin embargo, mientras se encontraba en unos de sus viajes, su oponente Tezcatlipoca, conocido como el mago negro y totalmente opuesto a Quetzalcóalt, aprovechó para invadir la cuidad donde se encontraba la esposa de éste, asesinándola y desterrando así a Quetzalcóalt de su propio reino. La princesa aguantó y aguantó hasta su último suspiro el asedio para que Tezcatlipoca, no llegase al trono de la ciudad. Sin embargo al no llegar su marido a tiempo, su muerte fue inevitable…

Cuenta esta leyenda, que allí mismo donde murió ella, brotó el árbol del cacao, cuyo nombre fue «cacahuaquahitl». De él crecieron frutos con un sabor amargo, como el sufrimiento de la princesa. Fuerte, como lo había sido ella ante el asedio, y oscuro, como su sangre al derramarse.

Aunque me contaron varias leyendas cuando estuve en México, personalmente esta es la que más me gusta (¿a quién no le gusta que detrás de algo como el cacao haya una historia de amor?). Todas coinciden con que el dios Quetzalcóalt, fue quien bajó de los cielos de una manera u otra, este alimento sagrado para los mayas y aztecas. El fruto del cacao fue utilizado incluso como moneda de cambio, pero su mayor consumo fue en una especie de bebida caliente a la que añadían especias y llamaron «tchocolatl», nombre del que ha derivado nuestro Chocolate.  Recetado incluso por los médicos como estimulante y reconstituyente, sus usos y consumo situaban al cacao como uno de los alimentos más sagrados e importantes de su cultura.

Ciertas o no todas las leyendas, lo único que si podemos afirmar es que, uno de los mayores culpables de nuestro vicio por el chocolate, fue Hernán Cortés, quien en 1524, envió el primer cargamento de cacao a España. Gracias Hernán… Gracias a ti la «operación bikini» se complica seriamente cada año…

Y aunque en este momento hayáis atado cabos y penséis que el nombre de esta tarta tiene que ver con la leyenda que os acabo de contar (Muerte por chocolate… La muerte de la princesa… México… Chocolate…), siento decir que no. No tiene nada que ver ni con la cultura azteca, ni con la maya, ni siquiera con la gastronomía mexicana… Aunque sea en los restaurantes mexicanos donde más frecuentemente nos encontremos este tipo de postre. Su origen o su nombre, dicen por ahí, que se lo debemos a un estadounidense llamado Eric Russell, quien probando recetas con chocolate consiguió hacer esta tarta y al degustarla y comprobar lo buenísima que estaba, exclamó: «¡Es la muerte por chocolate!» Como hemos exclamado más de uno de nosotros al comerla…

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Sin embargo, no quería dejar pasar esta ocasión, ya que de chocolate trata el asunto, para contaros la preciosa leyenda. La historia que hay detrás de mi tarta, esta que estáis viendo en las fotos, también es de sufrimiento… Preparar una tarta así en agosto, en plena ola de calor, es un trabajo que se multiplica por diez… Las ganaches no se enfrían como debiesen, y al sacarla del frigorífico hay que consumirla rápidamente o empezará a derretirse… Pero era el cumpleaños de mi padre y siendo él un buen amante del chocolate, me veía en el deber y/o obligación de hacerla. Así que sin enrollarme más empiezo con la receta, que podemos dividir en tres partes, dos ganaches y los bizcochos.

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Ingredientes para los bizcochos:

(Yo he usado 3 moldes de 15 cm desmontables de Kitchen Craft pero podéis usar uno de 20 cm y cortar el bizcocho por la mitad una vez esté desmoldado y frío).

  • 6 huevos
  • 200 gr de azúcar
  • 150 gr de mantequilla
  • 150 gr de chocolate negro  (cuánto más negro mejor)
  • 150 gr de harina
  • Una cucharada de bicarbonato.

Ingredientes para la ganache de relleno:

  • 650 ml Nata para montar (mínimo 35% de materia grasa)
  • 40 gr de azúcar
  • 200 gr de chocolate negro
  • 5 cucharadas de maicena.

Ingredientes para la ganache de cobertura:

  • 200 gr de chocolate negro
  • 200 gr de nata líquida
  • 20 ml de licor (yo he usado ron, pero podéis poner el que más os guste)

¡Empezamos!

Lo primero que vamos a hacer son las ganaches.

Comenzamos con la de relleno:

  1. Ponemos a hervir la nata con el azúcar, removiendo de vez en cuando para que no se nos quede pegado. Mientras hierve troceamos el chocolate.
  2. Una vez que llegue al punto de ebullición, retiramos del fuego y añadimos el chocolate poco a poco, hasta que se funda completamente en la nata.
  3. Volvemos a poner en el fuego, pero lento, y vamos agregando una a una las cucharadas de maicena. Vemos como va espesando (si ves que no espesa lo suficiente, puedes añadir más maicena hasta que quede a tu gusto).
  4. Guardamos en un bol y dejamos que atempere. Después conservamos en el frigorífico al menos 4 horas.

Seguimos con la ganache de cobertura:

  1. Realizamos el mismo proceso que con la ganache anterior. Llevamos a hervir la nata. Mientras troceamos el chocolate.
  2. Cuando hierva, añadimos el chocolate y removemos para que se funda completamente.
  3. Es el momento de añadir el licor. Removemos y reservamos en un bol.
  4. Cuando atempere, conservamos en la nevera al menos 4 horas.

¡A por los bizcochos!

  1.  Antes que nada precalentamos el horno a 180 ºC y engrasamos los moldes.
  2. Troceamos el chocolate y lo fundimos con la mantequilla en un cazo o en el microondas. Una vez lo tengamos fundido e integrado, dejamos que baje de temperatura.
  3. Batimos los huevos con el azúcar ayudándonos de unas varillas eléctricas (¡Ojo! Si eres un crack de gimnasio y te ves con ganas, puedes hacerlo a mano…) Tienen que triplicar su volumen y coger un tono amarillo/blanquecino. Esto te llevará un ratito… (7-10 minutos)
  4. Añadimos el chocolate atemperado y seguidamente la harina y el bicarbonato. Removemos con una espátula y mucho amor hasta que toda la masa nos quede homogénea y sin grumitos de la harina.
  5. Repartimos la masa en los tres moldes que ya teníamos engrasados y los metemos en el horno uno 15-20 minutos a 180ºC. Ve comprobando con un palito.
  6. Una vez los tengamos y hayan enfriado un poco, los desmoldamos y en una rejilla dejamos que enfríen completamente.

¡Vamos con el montaje de nuestra Muerte por Chocolate!

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  1. Como verás a los bizcochos les habrá salido una «boina» en la parte superior. Con una lira o un cuchillo de sierra corta lo sobrante y deja los bizcochos lo mas rectos que puedas. ¡Pero no tires, ni te comas lo que ha sobrado! Después te voy a dar una idea…
  2. Con la ayuda de una espátula ve aplicando entre bizcocho y bizcocho capas de la ganache de relleno y ve montando.
  3. Cuando tengas los 3 bizcochos montados, pon una última capa en la superficie de la tarta de la ganache de relleno.
  4. Los laterales los vamos a cubrir con el otro tipo de ganache, la que llevaba el licor. No hace falta que te quede totalmente liso, puedes ir untando la ganache con la espátula a tu gusto.
  5. Yo he «decorado» mi Muerte por Chocolate un poco con fideitos de chocolate, pero eso ya lo dejo a tu gusto.
  6. Una vez tengas la tarta terminada, deja que vuelva a enfriar en el frigorífico al menos otras 3 horas (de un día para otro está aún más buena).FullSizeRender (5)

¡Y ahora viene la super idea!

Con los sobrantes del bizcocho y las ganaches, he hecho helado… ¡Tachán! Lo único que he hecho ha sido batir un poco las ganaches (cada una por separado) y en un recipiente apto para congelar, he ido aplicando capas de ganache y de los bizcochos sobrantes… Realmente no sé que estaba mejor, si la tarta o el helado…

¡Espero que os haya gustado!

Nos vemos prontito.

Ana.

Cheesecake de Chocolate y Baileys

 

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¡Hola a todos!

Sí, lo sé, vuelvo a estar perdida… Pero cuando casi no tienes tiempo ni para respirar, es muy difícil llevar todas las cosas bien. ¡Pero aquí estoy de nuevo! ¡Y con nuevo look! Estoy estrenando nueva imagen en el blog, y aunque le quedan algunos «retoquitos» ya no podía aguantarme más el «ansía viva» de publicar algo.

Creo que no había mejor re-inauguración que con una Cheesecake, pero oiga, ¡vaya cheesecake! Una adaptación de una receta de Alma Obregón, pero en este caso con un toque de queso mascarpone que no pasa desapercibido. Se hace al horno y lleva una ganache de chocolate, todo ello bien aliñadito, en este caso, con Baileys (aunque estoy deseando probarla con otro tipo de licor). La preparé para una cena que tuve hace unas semanas, y perdonadme que no haya fotos del corte de la tarta, ¡pero es que fue un visto y no visto! Aunque os puedo asegurar que como toda ella, era espectacular. Una receta, no demasiado complicada, resultona y evidentemente, deliciosa. La hice en un molde de 18 cm desmontable, el mío es Lékué y la verdad es que desde que los probé, pera este tipo de tartas no quiero otros. ¿Queréis la receta? ¡Pues ahí va!

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Ingredientes:

  • 160 gr de galletas (yo uso tipo Digestive)
  • 80 gr de mantequilla
  • 600 gr de queso de untar ( tipo Philadelphia)
  • 200 gr de queso mascarpone
  • 160 gr de azúcar
  • 60 gr de harina
  • 4 Huevos medianos
  • 70 ml de nata para montar (mínimo 35% materia grasa)
  • 80 ml de Baileys

 

Para el ganache de Baileys:

  • 170 gr de chocolate negro
  • 140 ml de nata para montar (mínimo 35% materia grasa)
  • 40 gr mantequilla sin sal a temperatura ambiente
  • 70 ml de Baileys

 

¡Vamos allá!

  1. Prepara la base de la Cheesecake troceando las galletas hasta que queden molidas completamente. Cuando las tengas, derrite la mantequilla y añádesela a las galletas. Integra bien hasta que quede una masa.
  2. Forra la base del molde con la masa ayudándote con una cuchara, hasta que quede completamente cubierta y más o menos, homogénea. Reserva en el frigorífico mientras preparamos el relleno.
  3. Precalienta el horno a 180ºC
  4.  Ayúdate con un brazo eléctrico o batidora (también puedes hacerlo a mano) y a baja velocidad mezcla el queso de untar, con el mascarpone y el azúcar, hasta que todo quede integrado.
  5. Añade los huevos uno a uno sin dejar de remover
  6. Mezcla el Baileys con la nata, y añade. Remueve con un poco más de intensidad  alrededor de un minuto, hasta que la mezcla coja un poco de aire y cuerpo.
  7. Vierte la mezcla en el molde que teníamos preparado con la base y reservado en el frigorífico.
  8. Introduce en el horno y cocina durante unos 30-40 minutos a 160 grados (dependerá de tu horno). El centro tiene que quedarnos un poco «blandito», pero los laterales deben estar totalmente cuajados.
  9. Deja enfriar a temperatura ambiente y después deja que enfríe unas 4 horas mínimo en el frigorífico.
  10. Vamos ahora a preparar la ganache de chocolate. Para ello vamos a calentar en un cazo la nata hasta que llegue al punto de ebullición.
  11. Añadimos el chocolate troceado y removemos para que se vaya derritiendo en la nata.
  12. A continuación agregamos la mantequilla y el Baileys. Removemos y dejamos que enfríe.
  13. Cuando tengamos la tarta y la ganache frías, con la ayuda de una cuchara o espátula vamos untándola por la superficie de nuestra cheesecake. Volvemos a meter en el frigorífico.
  14. Una media horita antes de consumirla, la sacamos y dejamos que temple a temperatura ambiente. Ahora en verano, creo que este paso podríamos saltarlo… jejeje

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¡Espero que os haya gustado tanto como gustó en la cena (os recuerdo que ni dio tiempo de echarle una fotito al corte) y cómo me gusto a mi!

Nos vemos prontito (ahora sí, de verdad)

Ana.

 

Tarta Mousse de Frutos Rojos y Chocolate al Ginebra

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¡Hola a todos!

¿Qué tal lleváis la semana? Por mi tierra estamos en pleno carnaval y aunque sí, hoy es «miércoles de ceniza» y deberían haber acabado ayer, a nosotros aún nos quedan días de papelillos, serpentinas y coplas por las calles. Pero hoy no vengo a hablaros del «Carnaval de mi Cádiz», sino de una tarta que hice hace unos días y que tenía que compartir con todos vosotros.

No todos los fines de semana vuelven a casa amigas que viven fuera, ¡ojalá! Y si a eso le sumamos cena familiar con cumpleaños, el de la madre de mi amiga, y la preparación de una boda…¡La ocasión merece un postre más que especial! Así que saqué mi libreta de tartas infalibles, y la encontré: Tarta mousse de frutos rojos, chocolate y un toque de ginebra de fresa. Jaque mate.

 

La combinación de elementos y sabores hacen que esta tarta no pase desapercibida para nadie. No es una receta del todo sencilla, pero amigos, la vida está llena de retos… ¡Y qué mejor que retarla con esta tarta!

Sin enrollarme más, comenzamos con la receta que va a dividirse en cuatro pasos: la base, la confitura de frutos rojos, la mousse y el ganache de chocolate. ¡Empezamos!

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Ingredientes:

Para la base de galletas:

  • 250gr. de galletas (tipo Digestive)
  • 75gr. de mantequilla a temperatura ambiente.

Para la confitura de frutos rojos:

  • 600 gr de frutos rojos (en este caso yo he utilizado 300gr de cerezas deshuesadas y 300gr de fresas, podéis usar los que queráis corrigiendo el nivel de acidez con los gr. de azúcar)
  • Zumo de un limón
  • 200 g de azúcar
  • 5 hojas de gelatina

Para la mousse:

  • 4 Claras de huevos

Para el ganache de chocholate:

  • 175 gr. de Chocolate negro
  • 175 gr. de nata para montar (mínimo 35% grasa)
  • 30 ml. de Ginebra de Fresa (yo he usado Puerto de Indias)

1.- Empezamos preparando la base de galletas. Para ello vamos a triturar las galletas y mezclarlas con la mantequilla hasta conseguir una masa compacta. Con ella vamos a forrar toda la base de un molde desmontable de 23-24 centímetros , creando una capa lisa donde asentaremos el resto de la tarta. Puedes ayudarte de una cuchara. Cuanto más te esmeres en este paso, más bonito quedará el corte de tu tarta. Una vez lo tengamos, lo metemos en el frigo mientras que seguimos con el resto de la receta.

2.- Preparamos el ganache de chocolate llevando a hervir la nata y una vez la tengamos caliente, añadimos el chocolate troceado. Removemos con garbo para que el chocolate se derrita en la nata. Una vez conseguido, añadimos el licor y volvemos a mover.  A continuación, vertemos el ganache sobre la base de galletas que teníamos reservada en el frigo. Con cuidado, puedes ayudarte de un cazo. Volvemos a introducir en el frigo.

3.- Para preparar la confitura de frutos rojos pondremos en un cazo a fuego medio-alto (conviene remover de vez en cuando y echarle un ojito) todos los ingredientes de este paso, menos la gelatina que mientras tanto, la hidrataremos en un bol con agua fría. Este paso te llevará unos 20-25 minutos, hasta que notemos que nos queda una confitura espesa.

4.- Dejamos templar la confitura y trituramos ayudándonos de una batidora o brazo eléctrico hasta que quede un puré sin grumos. Si tu batidora no consigue eliminar todos los trozos, te aconsejo que cueles la mezcla y te quedes con la parte más líquida.

5.- Añadimos la gelatina que tenemos hidratada a la confitura aún templada para que se deshaga bien. Integramos bien y reservamos.

6.- Montamos las claras a punto de nieve, hasta que podamos ponerla boca abajo sin que se muevan.

7.- Ahora dedícale todo tu cariño a la tarta y ve añadiendo la confitura a las claras montadas y con una espátula o lengua de silicona, ve creando movimientos suaves y envolventes, removiendo hasta que todo quede homogéneo. Con mucho cuidado, tómate tu tiempo. De esto dependerá la consistencia y esponjosidad de nuestra mousse.

8.- Cuando tengas la mousse preparada, viértela con cuidado en el molde, sobre el ganache de chocolate. Vuelve a introducir en el frigo al menos 3 horas (yo este tipo de tartas suelo hacerlas la noche anterior, y así reposan toda la noche en el frío).

En este caso, para la decoración, he optado por espolvorear chocolate negro en polvo, pero puedes utilizar fruta, chips de chocolate o incluso, adornar con flores comestibles, ¡corre a cargo de tu imaginación!

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Espero que os haya gustado tanto como me gusta a mi, y es que esta tarta ya le he repetido en más de una ocasión y siempre, siempre, siempre… ¡Es una maravilla!

¡Nos vemos prontito!

Ana.

 

 

 

Bizcocho de chocolate y yogurt

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¡Buenos días de lunes!

No acostumbro a subir entradas al blog un lunes… ¡Y menos por la mañana! Pero he pensado que a los lunes siempre le hacen falta un puntito dulce para poder seguir adelante con todo lo que nos queda de semana… Y si encima habéis tenido un fin de semana movidito como el mío, os va a tocar recuperar energías. Así que me he dicho «¡Vamos a compartir la receta de ese bizcocho que tanto éxito tuvo!»

Y sí, el bizcocho lo hice algunas semanas, pero también os digo que he tenido que repetirlo un par de veces del éxito que tuvo. Un dulce que está a mitad de camino de ser un «Bundtcake» y un bizcocho tradicional, con un suave toque de yogourt y el sabor intenso del chocolate. Podría llevarme líneas y líneas describiéndolo, pero creo que no me debo enrollar más, poner la receta y que vosotros mismos saquéis las conclusiones 😉

¡Vamos allá!

Ingredientes:

  • 200 gr de harina
  • 15 gr de levadura
  • 100 gr de chocolate puro en polvo (o chocolate fondant triturado hasta que se quede hecho polvo)
  • 150 gr de azúcar
  • 4 huevos
  • 1 yogurt natural (para este tipo de bizcochos siempre los uso «cremosos»)
  • 70 gr de aceite de oliva suave

 

Preparación:
1.- En un bol grande, tamizamos la harina y la levadura. Es importante que pongamos conciencia en este paso, ya que cuanto mejor tamizado esté contribuirá a que nuestro bizcocho sea más esponjoso.

2.- Mezcla los huevos uno a uno y el azúcar hasta que todo quede bien integrado. Puedes usar unas varillas eléctricas, o si lo haces a mano haz este paso con destreza y fuerza.   Mientras ve poniendo el horno a precalentar a 160º.

3.-Añade a la mezcla anterior el chocolate, el yogurt y el aceite. Integra bien.

4.- Agrega la harina con la levadura (previamente mezclada) y mezcla ahora suavemente, con cuidado de que no queden grumos, aunque si hemos tamizado bien en el primer paso no correremos ese peligro. En este punto, al contrario que con los huevos y el azúcar, es importante que lo hagamos con delicadeza, ya que si lo hacemos con fuerza puede que nuestro bizcocho adquiera una textura más «grasienta» de la que debería tener.

5.- Vuelca la mezcla en un molde previamente engrasado ( yo uso spray anti-adherente de la marca Ibili) para que no se pegue o en un molde alto con agujero en el centro tipo «Bundtcake» (os dejo  aquí algunos que tenemos en la tienda para que los tengáis como referencia).

6.-Hornea 20 -25 minutos a 180º. Ve pinchando con un palito hasta que salga limpio, ¡y ya tenemos nuestro bizcocho!

7.- Espera unos 5 minutos y desmolda. No dejes a que se enfríe del todo, lo ideal es que se temple una vez esté fuera del molde.

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¡Espero haberos endulzado la mañana de este lunes de febrero y que os haya gustado!

¡Nos vemos prontito!

Ana.

Bombones de chocolate negro y Kumquat

¡Vaya cuánto tiempo sin pasar por aquí! Ante todo… ¡Feliz año a todos! Espero que estéis bien y que hayáis sobrevivido a todas las fiestas, los atracones a polvorón limpio y que los peces al fin, hayan dejado de beber, beber y beber…

Por aquí he estado bastante liada y de ahí el abandono de las redes sociales. ¡Pero es que cuando a una le toca a hacer de ayudante de los Reyes Magos en mi tienda, poco tiempo queda libre! Y el que queda se reserva para la familia y amigos. Pero como compensación os traigo un post que para la fecha viene que ni pintado. ¡Marchando una de vitamina C y chocolate!

Enero es conocido por su interminable cuesta, el mes de los propósitos. Ese en el que todos nos volvemos más deportistas, más sanos, más estudiosos, en el que intentamos ser mejores personas de lo que fuimos el año pasado. Pero ¡ay febrero! Febrero está ahí a la vuelta de la esquina para recordarnos que debemos seguir siéndolo el resto del año. Pero no quería referirme a eso en este post, los propósitos que cada uno los lleve por su cuenta que yo llevo la mía. Hablaba de enero, porque a pesar del frío (frío que odio… yo viviría en un eterno verano), es uno de mis meses preferidos, ¿y por qué? Pues porque es el mes de las naranjas y las naranjas son mi fruta preferida.

Del azahar que impregnaba el ambiente allá por los lejanos meses de abril y mayo, recogemos ahora sus frutos. Y aunque pocas variedades de naranjas conocemos, son muchísimas las que existen y más de las que creemos, las que tenemos al alcance de nuestra mano.

Así que aprovechando el tirón, y dando por hecho de que los zumos de naranjas sí que os lo estáis tomando (¡vitamina C para el cuerpo!), voy a hablaros de los tipos de naranjos que me rodean y también, os dejo una recetita muy sencilla de «bombones de chocolate negro con Kumkuat». ¡Espero que os guste!

Del primer naranjo que quiero hablaros es el «niño de mis ojos», un naranjo de zumo en toda regla. Lleva en mi familia unos 20 años y el zumo de sus naranjas debería ser «Patrimonio de la Humanidad».

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Sus naranjas son clasificadas dentro del grupo de las «blancas». Antiguamente se utilizó este nombre para diferenciarlas de las variedades Navel o de las de sangre, naranjas mucho más ácidas.

Sus principales características son la carencia o menor marca del ombligo en sus frutos, una acidez, como acabamos de decir, inferior a la de otros grupos de variedades, así como la ausencia de sabor amargo en su zumo. Mi naranjo en particular, tal y como podéis ver en la foto, si que tiene el ombligo un pelín más marcado, pero no por ello deja de ser menos dulce. Florece en el mes de abril-mayo y a día de hoy, ya estoy desayunando zumo de mis naranjas (¡y hay cantidad hasta para finales de febrero, por lo menos!). Su altura no sobrepasa los dos metros, pero he de decir que es bajito para los de su especie que pueden llegar a medir algunos centímetros más.

El siguiente naranjo del que os quería hablar es un Mandarino. Las mandarinas son «híbridos de las naranjas» y se engloban en el mismo grupo que las anteriores, las blancas. También lo tenemos en casa, y aunque su recolección no es tan abundante como la del anterior, si que nos da para varios días.

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Como podéis apreciar en la foto, los frutos son de un tamaño algo inferior a las naranjas de zumo y su forma es mas «achatada». Y aunque los de mi casa vienen a tener la misma altura, los mandarinos son mas pequeños en cuanto a copa y altura. Sus hojas son prácticamente iguales a las del naranjo, pero algo mas pequeñas. Sus frutos son tremendamente dulces y su cáscara se retira con gran facilidad.

Los dos siguientes son naranjos enanos y proceden de la lejana China. Un naranjo Calamondin y un Kumquat.

El que aparece en la foto es un naranjo Calamondín, aunque sus frutos también son conocidos como «Naranjitas de San José» o «Naranjitas del Obispo».
Se trata de un pequeño arbolito de copa densa, con tendencia a la verticalidad. Sus hojas son pequeñas, elípticas de 5-10 cm de longitud mientras que sus frutos son muy pequeños (3-3,5 cm de diámetro), con pocas semillas, esféricos u ovales. Lo más característico quizás de estos naranjos enanos, es su corteza de color naranja-rojizo, muy fina y fácilmente separable de la pulpa, que es dulce, ácida y comestible. De hecho es la parte del fruto más utilizada. Aunque nosotros lo tenemos en el exterior (también es apto) a menudo es cultivada en contenedores como planta de interior.

Por último, voy a hablaros de un Kumquat. Otro del tipo de naranjo chino enano. Sus características son prácticamente iguales a las del Calamondin en cuanto a altura, dimensiones y hoja, siendo la diferencia más visible sus frutos. Su forma es algo más ovoide y su color algo más intenso (puede apreciarse claramente en la foto). Suelen tener menos gajos que el fruto del naranjo anterior, pero igualmente, su corteza es lo más dulce y utilizado. De hecho es la principal ingrediente de la receta de nuestros bombones. Así que sin enrollarme más… ¡Vamos a ello!

Ingredientes:

  • La corteza en tiras de 2 naranjitas Kumquat
  • Dos cucharadas de ron
  • 75gr. de chocolate negro para fundir (podéis usar cualquiera, pero cuanto más negro sea, mas intensificará su sabor con la naranja.
  • 10gr. de mantequilla
  • 1 Cucharadita de agua.

1.- Primero vamos a preparar las cortezas de las naranjas. Para ello las vamos a poner en un estuche de cocción al vapor para microondas (yo uso el de Lékué, y podéis verlo aquí), las dos cucharadas de ron junto con la corteza de las naranjitas. Programamos 1 min 30 segundos a máxima potencia. Retiramos y dejamos reposar y enfriar.

2.- Por otro lado vamos a cortar el chocolate a trozos y lo vamos meter en el microondoas en un estuche similar al anterior, junto con el agua. También 1 min 30 segundos, pero esta vez en el modo «descongelación» (el chocolate siempre debe fundirse en esta función). Si transcurrido el tiempo veis que aún no se ha derretido bien, volvemos a programas 30 segundos.

3.- Una vez lo tengamos,  añadimos la mantequilla y removemos bien hasta que se integre. Seguidamente le añadimos las cascaras de naranja escurridas y volvemos a integrar.

4.- En un papel vegetal o bandeja, hacemos pequeños montoncitos de chocolate (no tienen porqué quedar todos iguales ya que con la cáscara de naranja es complicado), y los metemos en el frigorífico al menos 2 horas para que cuajen.

¡Ya tenemos nuestros bombones!

Espero que os haya gustado el post de hoy y que me contéis qué tal os han salido los bombones 🙂

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¡Nos vemos prontito!

Ana.

Unos merengues de miedo…

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Quien me conoce bien, sabe que hay dos cosas que no me gustan nada de nada… Ni las películas de terror, ni las comidas demasiado «prefabricadas». Así que no, mi plan ideal de sábado no es precisamente ver «The walking Dead» tomándome una sopa de paquete… Soy más de «Friends» con una tortillita francesa. Cada uno es como es.

Así que ahora que se acerca halloween mis redes sociales se llenan de imágenes de «cómo hacerte un maquillaje extremo para halloween», «fiestas de muerte para halloween», «dulces sangrientos para halloween»… Y a mi que me perdonen, pero el único dulce sangriento que soy capaz de meterme en la boca, es una «Red Velvet» bien hecha. No puedo evitar casi cerrar los ojos del espanto, al ver que se unen dos de las cosas que menos me gustan en el mundo, tanto «horror» y tanto colorante y  pasta fondant juntos.

Sin embargo, cuando estaba a punto de una catarsis entre tanto dedo cortado y tanto ojo de azúcar, encontré la inspiración para la merienda del fin de semana. Y es que en mi casa, sobre todo los fines de semana, solemos merendar algo casero. Así que le dí un par de vueltas al asunto y preparé estos «fantasmitas de muerte».  Son algo entretenidos de elaborar, pero la receta no es nada difícil. Además no llevan ni colorante ni demasiadas grasas y azúcares,  por lo que no abandonamos la idea de merienda sana.

¡Espero que os gusten tanto como a mi! O como gustaron en mi casa, ya que los fantasmas haciéndose honor, desaparecieron en un visto y no visto…

La receta consta de dos partes. Por un lado la galleta que aguantará el merengue, y el merengue italiano en sí. ¿Por qué merengue italiano y no suizo? Pues porque aunque yo recomiendo que se consuman en el día, el merengue suizo no nos aguantaría demasiado tiempo, mientras que el italiano sí (más adelante haré un post hablando de cada tipo de merengue, sus usos y conservación, ¡lo prometo!)

Para la base o galleta, opté por una «masa sablé», la cual es la misma que se utiliza en los canapés salados, pero al añadirle azúcar y en este caso ralladura de naranja, se convierte en una masa ideal para pastitas. Los ingredientes y el proceso serían los siguientes:

  • 200 gr de harina de trigo
  • 80 gr de mantequilla
  • 1 huevo
  • 3 cucharadas de azúcar
  • Ralladura de limón, o en este caso de naranja

 

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Mezclamos todos los ingredientes hasta crear una masa homogénea que no se nos pegue en los dedos. Ponemos un papel vegetal (yo lo pongo tanto debajo de la masa, como encima y así es mucho más fácil amasarla) y amasamos hasta darle un esperor de 0.5 cm. Con un cortapastas, mejor si es redondito, vamos cortando hasta que terminemos con toda la masa. Metemos en el horno precalentado previamente, 15-20 minutos a 180 ºC. ¡Y ya las tenemos listas! (Procura no comerte ninguna antes de tiempo…Yo me comí dos.)

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(Pssst…! Si quieres hacer trampas y ahorrarte la parte de la masa, puedes comprar una base de hojaldre,cortarla y hornearla, usar galletas maría, oreo o cualquier otra que os guste)

¡Ahora vamos con el merengue!

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  • 150 gr de azúcar
  • 50 gr de agua
  • 3 claras de huevo
  • 2-3 gotitas de limón
  • Una pizca de sal.

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Monta las claras junto con la sal y las gotitas de limón, ayudándote de una batidora (en mi caso las monté con la Thermomix). Mientras en un cazo, pon a calentar el agua junto con el azúcar sin remover hasta conseguir un almíbar. Sabremos que está listo cuando empiece a espesar, sin llegar a oscurecer quedando una textura como de «hilo». Si tenéis un termómetro de cocina, la temperatura que debe alcanzar el azúcar para que esté en su punto, es de 115 ºC. No es necesario, ya que a ojo veréis fácilmente como va espesando.

Una vez que lo tengamos agregamos el almíbar a las claras montadas poco a poco en forma de hilo y sin dejar de remover. Montamos un par de minutos más, hasta que el merengue haga «picos» o podamos ponerlo boca abajo sin que se caiga.

Dejamos que enfríe un poco y lo introducimos en una manga pastelera, con una boquilla lisa ancha. La que yo usé era de 18 mm. Sobre las pastitas que han debido de sobrarnos (ejemmm…), vamos creando montoncitos hasta darle forma a los fantasmas.

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Una vez que los tengamos, con chips de chocolate negro, le vamos poniendo los ojitos. Estos podéis comprarlos hechos, o como yo que los hice fundiendo un poco de chocolate negro y haciendo «gotitas». Los dejé enfriar en la nevera, ¡y tenemos ojitos!

¡Espero que os haya gustado tanto como a mi y os animéis a hacerlos!

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¡Qué paséis un feliz o terrorífico Halloween…!

¡Hasta pronto!

Ana.