Pan Fácil

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Dicen que la felicidad está en las pequeñas cosas. En cosas cuyo valor es irrelevante, en momentos, en lugares y en compañías. Dicen que la felicidad está en todo aquello que no sabemos apreciar hasta que nos falta.

Vivimos bajo una corriente incesante de «happypower» en la que se nos obliga en cierto modo, a ser feliz cada uno de los días de la semana, mes y año. Que aunque el sol no brille, tenemos que salir a la calle con una sonrisa dibujada.  Que nuestra actitud y forma de ver las cosas, cambia la perspectiva de todo. Y no es que esté en desacuerdo, ya lo decía Buda «el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional», cosa que ratifico totalmente. Pero más allá de forzar las cosas haciendo de tripas corazón, y de intentar plasmar nuestra euforia momentánea en una foto de instagram, ¿sabemos ser felices? ¿Realmente sabemos disfrutar de las pequeñas cosas?

Vale, esto es un blog de cocina y otra vez se me está yendo la pelota. Esto es un post acerca de una receta para hacer pan cuando «masa madre» te suena a la masa de las empanadillas de atún de tu madre, ¡no es un blog de psicología moderna! Y no, no estoy en contra de los unicornios, ni de Paulo Coelho. Pero cuando hice los panes que veis en la foto, me di cuenta de que la felicidad a veces, tiene forma de pan. Tan sencillo como eso.

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Tan grande como fue regalar uno,  fue saborear cada rebanada del que me quedé yo. Medir los ingredientes como quien cuenta pepitas de oro, amasarlo como quien juega con la ilusión, hornearlo e impregnar cada rincón de la casa con olor a pan (que se lo digan a mi perrita que no se despega del horno cuando hago pan) y regalarlo como quien regala lo mas valioso que tiene, porque ¡ha salido de mis manos! Y disfrutarlo como si fuese la primera vez que probaba algo así. No sé que concepto de la felicidad tendréis vosotros, pero para mi una de sus mil caras, es tal que así.

Así que a parte de ser una receta superfácil de hacer, en la que no necesitáis ni hacer previamente masa madre (vale, igual no tendría el aprobado del gran Iban Yarza, pero por lo menos es infinitamente mejor que las ofertas de tres barras de pan por un euro..), el tiempo de levado es de una media hora y no necesitamos moldes ni banetones. No hay excusa. Sólo hay que tener ganas de meter las manos en la masa.

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¡Apunta que ahí va la receta!

Ingredientes:

  • 250 ml de agua
  • 20 gr. de aceite de oliva
  • Un sobre de levadura de panadería
  • 500 gr. de harina, que puede ser mezcla. Yo uso unos 100 gr. de harina de fuerza y el resto entre integral y de espelta, voy variando)
  • Una cucharada de azúcar moreno
  • 2 Cucharaditas de sal

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1.- Este primer paso es opcional, pero le da un plus a la receta. Horas antes o incluso la noche anterior, hacemos una melaza donde hervimos unos 75-100 ml de agua (lo hago a ojo), y le vamos añadiendo harina, la que nos vaya pidiendo, poco a poco hasta conseguir un ungüento pegajoso. Que no sea demasiado denso ni demasiado líquido. Lo dejamos reposar y enfriar por completo.

2.- Vamos a templar los 250 ml de agua y a continuación vamos a agregarle la levadura de panadería, el azúcar, la sal y el aceite de oliva.

3.- Si hemos hecho la melaza, se la añadimos, restando el peso que tuviese a los gramos que debemos echarle de harina. Si nuestra melaza pesa unos 150 gr, el total de harina que debemos incorporar sería de 350 gr. Si no la hemos hecho, Añadimos los 500 gr. de la receta original.

4.- Añadimos la harina o la mezcla que más nos guste y amasamos. Amasamos integrando bien durante unos 5-6 minutos, hasta que tengamos una bola manejable y homogénea.

5.- Ponemos nuestra masa sobre un papel vegetal o una base apta para horno. Le damos un poco de forma y le hacemos unos cortes tal y como vemos en las fotos.

6.- La dejamos reposar una media horita, hasta que veamos que va incrementando su volumen.

7.- Espolvoreamos un poco de harina por encima y horneamos  unos 40 minutos a 180ºC con calor por arriba y por abajo.

8.- Dejamos enfriar en una rejilla para que no sude.

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Este pan nos durará (nunca me ha durado tanto, siempre me lo como antes) entre una semana y 10 días, dependiendo de su conservación. Personalmente lo envuelvo en un paño o bolsa de algodón, para que transpire y no sude. Cuando han pasado unos días, si lo noto que ha perdido frescura, procuro darle una pasadita por la tostadora antes de comerlo.

Si es cierto que la felicidad está en las pequeñas cosas, yo soy inmensamente feliz cada vez que de mi horno sale una hogaza de pan calentita.

Prueba tu también la receta y cuéntame si hablamos el mismo idioma.

Nos vemos prontito.

Ana.

 

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Ramen

Dicen que viajar cura el alma… Que cuando viajamos, incluso, somos otra persona. Alguien paralelo a nosotros mismos que aprende a mirar la vida con unos ojos diferentes a los de la rutina. Los colores, los olores, los sabores se acentúan, las calles por donde vamos pisando cobran vida y nuestros sentidos funcionan al 200% intentando que cada percepción que nos llega, se quede para siempre con nosotros. La monotonía, cuando viajamos, se convierte en una palabra «ácida» e incluso sería capaz de decir, que por unos días la borramos de nuestro vocabulario.

He viajado sola, acompañada, vacaciones, viajes tristes, viajes de reencuentro, viajes cortos, viajes largos…Viajes para empezar una nueva vida, viajes de la ansiada vuelta a casa… Viajes por amor (¡ay los viajes por amor!). Y viajes como éste. Viajes que planeas a las 2 de la madrugada y de un día para otro, ya tienes los billetes. El destino elegido, Londres. La maleta llena de ilusión, la mente despejada, el cuerpo preparado para pasar frío (¡era diciembre y navidad!), y dos amigas en la otra orilla del aeropuerto esperándome con los brazos abiertos.IMG_4874

Londres, capital de Inglaterra. Cuidad artística, moderna pero conservadora a partes iguales. Antigua, milenaria, pero que se reinventa cada día. Fácil y complicada (sólo tenemos que darnos un paseo en metro para darnos cuenta de que es una de las mayores obras de ingeniería de la humanidad, pero a la vez un completo y magnífico caos). Cuna del Punk, del Pop, refugio y sello indispensable en el pasaporte de músicos, escritores y bohemios. Con una de las monarquías más consolidadas del mundo, y a la vez de las que más da que hablar en cuanto a vidas personales. Un paseo por el Támesis, Carnaby Street,  por Notting Hill, ¡por Candem! Sus calles se llenan de encanto cuando ves pasar los típicos autobuses rojos de dos plantas y sus maravillosos taxis. Sherlock, Enrique VII, Churchill, Lady Di, Jonh Lennon, Hugh Grant, Beckham, ¡Harry Potter! Podría pasarme el día nombrando personalidades tan dispares y únicas que si me paro a pensar, lo único que han tenido en común ha sido el cielo londinese. El marco ideal para una ciudad tan fantástica. IMG_5217

Pero… ¿Qué pasa con la gastronomía? Pues a mi parecer, los ingleses aquí hacen aguas… Sí ya, Fish and Chips… ¿Algo más? Pues que me disculpen los londinenses e Inglaterra entera, pero no conozco nada más típico de la gastronomía inglesa. Suerte que vivimos en el siglo XXI, suerte que las ganas nos pueden con todo y suerte que Londres es tan cosmopolita que puedes probar cocina de todo el mundo, en cualquier parte y a casi cualquier hora (la mayoría de los sitios tienen horario de cocina internacional). Como ya he dicho antes, es mi tercer viaje a Londres, así que el Fish and Chips lo tengo más que probado, así que como os he dicho antes, al viajar los sentidos se agudizan, creo que es uno de los mejores momentos para poner a prueba nuestro paladar con nuevos sabores y sensaciones. ¡Deleitémonos con platos menos frecuentes, comamos a horas inesperadas y dejémonos llevar por las entrañas de la City y que sea ella la que nos lleve a comer donde quiera! Porque si Londres es esa ciudad tan maravillosa, también debe serlo a la hora de llenarnos la barriguita.

Y así fue. Cortito pero intenso, he probado cosas que aquí en Cádiz, tengo menos posibilidades de probar. He llenado mi paladar con nuevos sabores, y a mi vuelta no he dudado en llenar mi despensa de ingredientes que nunca antes había comprado.

He de decir que fueron muchos y muy buenos los sitios en los que fuimos haciendo paradas para repostar combustible (es lo que tiene tener una maravillosa amiga que lleva viviendo en allí algo más de ocho años, ¡se las sabe todas!), desde un magnífico brunch al más puro estilo «british» en Megan’s, hasta deleitarnos con sabores de todo el mundo en el mercado de Borough Market.

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Pero lo que más me gustó, o sorprendió, porque siempre había estado reacia a probarlo, fue cenar en un restaurante asiático con fuerte acento japonés donde pedimos ramen. El lugar se llama Shoryu, y aunque hay varios en Londres, nosotras cenamos en el que está cerca del Soho.

De entrantes pedimos unos «bao buns», «bocadillo taiwanés» o «mollete chino», cuya masa esta cocida al vapor en una vaporera de bambú, y rellenos en principio, de panceta de cerdo. Hoy en día las posibilidades son infinitas, tantas como cuantas nuestra imaginación nos permita. Nosotras nos decantamos por buns de pollo a la barbacoa, y de pollo marinado.

 

Pero realmente nuestro plato principal, el ramen, como he dicho antes fue lo que más me sorprendió. El ramen, haciendo una descripción ligera y para que todos me entiendan, es una sopa a base de fideos, con verduritas, carne o pescado y con un aderezo bastante potente, que es lo que le da el puntito diferente. Algo que entra genial en los días de frío, como aquel de diciembre.

IMG_5033Por probar, pedimos dos diferentes, uno de pollo al curry y otro de pescado. A día de hoy no sé con cual de los dos me quedaría. ¡Riquísmos! Tanto que hoy me he decidido a hacerlos en casa (aunque aún me quede bastante para alcanzar el nivel de «ramen supremo»), ya que me niego a comer nada que venga preparado en un sobre. La cocina no es tan complicada ni tan difícil cuando le pones ganas, como para tener que recurrir a los preparados de dudosa procedencia…

Mis ramen también han sido de pescado y de pollo y no os miento cuando digo que he tardado menos de 30 minutos en tenerlos listos (fueron dos días diferentes a la hora de la comida). ¿Queréis saber como los he preparado? ¡Pues allá van las recetas!

Ingredientes para el ramen de pescado:

  • Un huevo
  • 1/2 zanahoria
  • Un trozo de puerro
  • Sepia (con unos trocitos nos vale)
  • Unas colitas de langostino (las mías son congeladas)
  • 300 ml de caldo (preferiblemente del tipo que sea el ramen, si es de pescado, el caldo ideal también sería de pescado)
  • sal
  • Fideos chinos
  • Una cucharada de salsa de soja
  • Jengibre molido
  • Cebolleta

¡Vamos allá con éste!

1.- Lo primero que tenemos que hacer es en un cazo poner a hervir agua y cuando la tengamos, añadimos el huevo para cocerlo. Esperamos diez minutos y sacamos el huevo. Lo metemos en agua fría para cortar la cocción. Lo dejamos ahí mientras que seguimos con el ramen

2.- De nuevo, ponemos un cazo en el fuego y ponemos a hervir el caldo junto con un pelín de agua.

3.- Una vez lo tengamos, bajamos un pelín el fuego y añadimos la zanahoria y el puerro picaditos. Tapamos y esperamos unos 4-5 minutos.

4.- Añadimos la sepia y las colitas de langostino, tapamos y esperamos unos 2-3 minutos. Comprobamos que la sepia está mas o menos en su punto.

5.- Sazonamos, sin pasarnos porque la salsa de soja ya es bastante potente. Añadimos jengibre molido (al gusto), y la cucharada de salsa de soja. Removemos y tapamos un minuto.

6.- Apagamos el fuego y echamos los fideos chinos, tapamos y dejamos reposar un par de minutos. Mientras pelamos el huevo y picamos la cebolleta en rodajitas

7.- Vertemos nuestro ramen en un cuenco, añadimos el huevo partido por la mitad y la cebolleta cortada en rebanaditas. ¡Y listo, a comer!

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Ingredientes para el ramen de pollo al curry:

  • Un huevo
  • 1/2 zanahoria
  • Un trozo de puerro
  • Pollo cocido o también podéis usar pollo rebozado, previamente cocinado.
  • 300 ml de caldo de pollo
  • sal
  • Tallarines chinos
  • Curry en polvo
  • Jengibre molido
  • Cebolleta

El paso a paso es casi idéntico al ramen anterior…

1.- Lo primero que tenemos que hacer es en un cazo poner a hervir agua y cuando la tengamos, añadimos el huevo para cocerlo. Esperamos diez minutos y sacamos el huevo. Lo metemos en agua fría para cortar la cocción. Lo dejamos ahí mientras que seguimos con el ramen

2.- De nuevo, ponemos un cazo en el fuego y ponemos a hervir el caldo junto con un pelín de agua.

3.- Cuando el caldo alcance el punto de hervor, añadimos los tallarines chinos.

3.- Una vez lo tengamos, bajamos un pelín el fuego y añadimos la zanahoria y el puerro picaditos. Dejamos cocer unos 4-5 minutos.

4.- Añadimos la sal, el jengibre y el curry. Vamos probando hasta que esté a nuestro gusto. Recuerda que es mejor ir de menos a más, por lo que no debemos nunca añadir al principio mas de media cucharadita.

5.- Cuando los tallarines casi estén en su punto, añadimos el pollo y dejamos al fuego un minuto más.

6.- Retiramos y servimos en un bol. Añadimos el huevo cocido y pelado, partido por la mitad así como la cebolleta cortada en rebanaditas.

¡Listo! Un tipo de plato calentito muy diferente a lo que estamos acostumbrados a tomar, ¡espero que os guste!

 

Y Londres… ¡Ay Londres! Nunca me cansaré de visitarte, y aún menos cuando dos amigas te están esperando allí. Como dije al principio del post, «dicen que viajar cura el alma…», y creo que este viaje curó tres.

Gracias a Pao y a Almu, por los paseos, por ser mis ojos allí, por las risas y las lágrimas, los consejos, el «suchard» y los polvorones. Pero sobre todo, por llevarme a ver «las luse» y por andar 221 números de Baker Street a las 23.00 horas con cero grados 😉

¡Nos vemos prontito!

Ana.