Brownie de Calabaza

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No queda ni una semana para que termine octubre y aquí seguimos, en manga corta y sin guardar la sombrilla de la playa… ¡Casi no me he dado cuenta de que Halloween estaba a la vuelta de la esquina! Pero es que mi mente es incapaz de asociar esa fecha en la que ya va apeteciendo una rebequita… ¡Con este calor! Y claro, si sigue haciendo calor, ¿quién quiere encender el horno? Pues yo.

Si señores, a las altas temperaturas de mi casa he decidido subirle un par de graditos más poniendo la maquinaria en marcha a 180ºC… Pero es que tenía que probar este brownie de calabaza y enseñároslo por si queréis hacerlo en el puente, o no puente, que tengáis para el día 31.

Sé que lo ideal para esta fecha es elaborar algo tremendamente terrorífico (como los fantasmitas que hicimos el año pasado, te dejo el enlace aquí por si queréis revisarlos), pero este año me he decantado por algo que está a medio camino entre la tradición (aquí es donde entra la calabaza), y el monillo de dulce y chocolate que nos entra los domingos y los días de fiesta (aquí es donde entra el brownie).

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Y ya que estamos metidos en tertulia y sabiendo lo que me gusta buscarle el porqué a las cosas (espero que todo esto algún día nos sirva a todos para ganar quesitos en el Trivial…), ¿sabéis de donde viene la tradición de decorar las calabazas en Halloween? Bueno, bueno… ¿Sabéis de donde viene la tradición de celebrar Halloween? Pues sorprendentemente, no es cosa de los americanos (aunque en España sigamos diciendo que esta fiesta es una «americanada»), la culpa de todo este follón la tienen… ¡los irlandeses! ¡Y sobre todo los celtas! ¡Ea, está más cerca de lo que nos creíamos!

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Resulta que los celtas creían que al final del verano se abría la barrera entre el mundo de los humanos y de los espíritus. Fecha que concretamente coincidía con el 31 de octubre (esperemos que este año se abra la barrera a las borrascas y al invierno). Esa noche, las brujas, los duendes y las almas en pena, salían para incordiar a quienes les habían hecho daño en vida… ¡Buh! Por otro lado, el símbolo de las calabazas decoradas, que también tiene que ver con ellos, se debe a que una leyenda irlandesa cuenta que Jack, fue tan malísimamente malo en vida, que al morir no lo quisieron ni en el cielo, ni en el infierno. Su condena fue vagar por la eternidad como un alma solitaria llamando a las puertas de uno y otro sitio para que lo dejasen entrar. En ese camino tan sombrío, sólo disponía de una calabaza vacía con una vela adentro que le servía de lámpara. Como el 31 de octubre hemos dicho que era cuando se abrían las puertas al mundo de los humanos, Jack vagaba por las calles con su calabaza encendida, llamando a las puertas por si alguien le dejaba entrar. Y de ahí que decoremos las calabazas en esta fecha y que los niños disfrazados, vayan de puerta en puerta.

Me enrollo como las persianas, lo sé, pero no me olvido de la receta… ¡jurjur! Así que encendamos el horno, ¡y manos a la obra!

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Ingredientes:

  • 50 gr. de nueces picadas
  • 50 gr.  de pasas sin pepitas ni hueso, troceadas (podéis echarle los frutos secos que queráis)
  • 150 gr. de calabaza rallada
  • 4 huevos medianos
  • 150 gr. de azúcar moreno
  • 75 gr. de aceite de girasol
  • 150 gr. de harina integral (también podéis usar la normal)
  • 1 sobrecito de levadura
  • 1 cucharadita de bicarbonato (opcional)
  • 2 cucharadas de canela en polvo
  • 1 pizca de sal
  • 175 gr. de chocolate negro para fundir
  • 175 gr. de nata (35% de materia grasa mínimo)
  • Almendritas laminadas para decorar

1.- Comenzamos precalentando el horno a 170ºC y engrasando un molde rectangular (puedes usar cualquier otro, pero al ser un brownie queda mucho mas bonito así)

2.- Vamos a montar los huevos con el azúcar ayudándonos con unas varillas electricas. Deben coger un tono blanquecino y aumentar de volumen. Esto te llevará unos 5 minutos.

3.- Agregamos la calabaza rallada, el aceite, la canela y la sal. Removemos mezclando.

4.- Tamizamos la harina junto con la levadura y el bicarbonato y la vamos agregando poco a poco, removiendo y evitando que se nos queden grumitos.

5.- Por último, añadimos los frutos secos picaditos. En mi caso eran nueces y pasas. Con ayuda de una espátula y con movimientos envolventes, vamos integrándolos.

6.- Vertemos la masa en el molde engrasado y metemos en el horno. Programamos unos 20 minutos a 180 ºC y vamos comprobando con un palito si está a punto nuestro brownie.

7.- Mientras que tenemos la masa en horno, vamos a preparar la cobertura de chocolate. Para ello llevamos la nata a ebullición en un cazo. Cuando la tengamos, añadimos el chocolate negro troceado y vamos removiendo hasta que el chocolate quede totalmente derretido en la nata.

8.- Reservamos la cobertura en un bol y dejamos que temple a temperatura ambiente.

9.- Una vez tengamos el bizcocho fuera del horno y muy templado, casi frío (vale, puedes esperarte a que se enfríe completamente), bañamos la superficie con la  cobertura de chocolate que teníamos reservada. Si ha espesado mucho, introdúcela en el microondas en modo «descongelación» durante 30 segundos para que vuelva a ablandar.

10.- Una vez tengas tu brownie bañando en el chocolate, puedes decorarlo. Yo he usado láminas de almendritas que tenía en casa, ¡pero es cosa tuya echarle imaginación!

11.- Para que la cobertura del brownie quede más compacta, puedes meterlo en el frigo y sacarlo un ratito antes de comértelo.

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¡Espero que os haya gustado la receta de hoy! Es increíblemente sencilla y la verdad es que si la hacéis no sobrarán ni las miguitas… ¡Os lo digo yo!

Nos vemos prontito… Y cuidado con las brujas de Halloween… ¡Buuuuhhh!

Ana.

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Bizcocho de Hibiscus y semillas de amapolas

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¡Hola a todos!

Casi sin darnos cuenta estamos en octubre y aunque eso de encender el horno aún apetece poco con este calor que no se va, el fin de semana pasado lo encendí para hacer un bizcocho que llevaba días dándole vueltas.

Hace un par de semanas me di una vuelta por el mercado de abastos de Chiclana (¡me encantan los mercados de abastos!), y estuve reponiendo algunas especias, comprando pescado y verduras… Y encontré flores de hibiscus deshidratadas. Me traje una cajita para casa y enseguida pensé en incluirlas en algunas de mis recetas y darles un toque diferente.

El Hibiscus es una flor que siempre he tenido presente en mi vida, desde pequeñita las veía en el jardín de mi abuela y años más tarde, mi madre las ha cultivado de varios colores y tipos. Aunque yo esté acostumbrada a verlas desde siempre, al decir Hibiscus a todos se nos viene a la cabeza Hawai, las camisas floreadas y el Hula … Pero queridos amigos, a mi me gusta rascar en todo y buscando un poco más sobre esta planta, he encontrado que a parte de ser la flor típica del estado de Hawai, tiene significados y usos que desconocemos… ¿Sabíais que allí son símbolo de abundancia, bienestar y alegría? Suelen regalarse enlazadas en forma de collares a modo de saludo, en las bodas, o como muestras de respeto. Además si una chica hawaiana lleva una flor de Hibiscus en la oreja izquierda, es que esta comprometida, mientras que si la lleva en la derecha es que está soltera. ¡Cuántas cosas en una sola flor!

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Si hablamos de las propiedades del Hibiscus, nos encontramos con que es un buen ansiolítico, favorece la buena circulación, es diurética y antioxidante, y tiene un alto contenido en vitamina C, ¿algo más? Pues sí, que en infusiones o deshidratadas como las que he encontrado yo, ¡están riquísimas! Y ya si las incluimos en un bizcocho, ni os cuento…

La otra gran protagonista de la este bizcocho es la amapola, presente en forma de semilla. Pero de ella y de sus propiedades hablaremos más adelante, ¡lo prometo!

Sin enrollarme más, empezamos con la receta.

Ingredientes:

  • 210 gr. de harina
  • 210 gr. de harina integral (yo le he puesto esta combinación, pero puedes variarla mientras que en total sean 420 gr. de harina)
  • Ralladura y zumo de medio limón
  • Una cucharadita de bicarbonato sódico
  • Una cucharada de levadura química.
  • 3 huevos
  • 260 gr. de azúcar
  • 125 ml de aceite de girasol
  • 125 ml de aceite de oliva (podéis usarlo todo de girasol, pero a mi me gusta el toque que le da el aceite de oliva)
  • 250 ml de leche
  • 1 Una cucharadita de comino molido
  • 1 Pizca de sal.
  • Flores de Hibiscus deshidratado picaditas
  • Dos cucharadas de semilla de amapola

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¡Manos a la obra!

  1. Antes que nada engrasamos un molde ( yo he usado uno rectangular de Lékué) y precalentamos el horno a 170ºC
  2. Batimos lo huevos con ayuda de una batidora, a velocidad media hasta que dupliquen su volumen. Esto te llevará unos 5-7 minutos y su textura se convertirá en más espumosa y de un color pastel.
  3. En un bol mezclamos los ingredientes secos: las harinas tamizadas (este paso siempre nos lo saltamos y es super importante, si no lo hacemos bien aparecerán los temidos «grumitos») con el bicarbonato, la levadura, la sal, la cucharita de comino y la ralladura de limón.
  4. Cuando tengamos los huevos listos, sin dejar de remover añadimos el zumo de limón, los aceites y la leche.
  5. Una vez estén los ingredientes líquidos bien integrados, poco a poco y sin dejar de remover suavemente, vamos añadiendo la mezcla de los ingredientes secos.
  6. Por último añadimos las dos cucharadas de semillas de amapolas y la mitad de las flores picaditas. Volvemos a remover suavemente.
  7. Vertemos la mezcla en el molde y añadimos por encima la mitad de las flores picaditas que teníamos reservadas.
  8. Horneamos unos 30-40 minutos a 180ºC hasta que al introducir un palito salga limpio.

¡Ya tenemos listo nuestro bizcocho!

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Tal y como se ve en las fotos tiene una textura espectacular ¡y muy esponjosa!

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En mi casa gusto muchísimo. ¿Te animas tú a hacerlo?

¡Nos vemos prontito!

Ana.

Muerte por chocolate

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Cuenta una leyenda Azteca que el dios Quetzalcóatl, representado como la serpiente emplumada, era un dios bondadoso y de buen corazón que enseñó a los aztecas artes como el de la agricultura, la astrología o la medicina. Un dios que detestaba la guerra y la violencia por encima de todo, el sufrimiento y los sacrificios. Enseñó a su pueblo a vivir en paz y a que los buenos valores prevalecieran sobre los demás. Cada cierto tiempo emprendía viajes en los que seguía divulgando su sabiduría más allá de sus fronteras,  y en los que iba enseñando que siempre hay muchísimos caminos alternativos a la violencia.

Sin embargo, mientras se encontraba en unos de sus viajes, su oponente Tezcatlipoca, conocido como el mago negro y totalmente opuesto a Quetzalcóalt, aprovechó para invadir la cuidad donde se encontraba la esposa de éste, asesinándola y desterrando así a Quetzalcóalt de su propio reino. La princesa aguantó y aguantó hasta su último suspiro el asedio para que Tezcatlipoca, no llegase al trono de la ciudad. Sin embargo al no llegar su marido a tiempo, su muerte fue inevitable…

Cuenta esta leyenda, que allí mismo donde murió ella, brotó el árbol del cacao, cuyo nombre fue «cacahuaquahitl». De él crecieron frutos con un sabor amargo, como el sufrimiento de la princesa. Fuerte, como lo había sido ella ante el asedio, y oscuro, como su sangre al derramarse.

Aunque me contaron varias leyendas cuando estuve en México, personalmente esta es la que más me gusta (¿a quién no le gusta que detrás de algo como el cacao haya una historia de amor?). Todas coinciden con que el dios Quetzalcóalt, fue quien bajó de los cielos de una manera u otra, este alimento sagrado para los mayas y aztecas. El fruto del cacao fue utilizado incluso como moneda de cambio, pero su mayor consumo fue en una especie de bebida caliente a la que añadían especias y llamaron «tchocolatl», nombre del que ha derivado nuestro Chocolate.  Recetado incluso por los médicos como estimulante y reconstituyente, sus usos y consumo situaban al cacao como uno de los alimentos más sagrados e importantes de su cultura.

Ciertas o no todas las leyendas, lo único que si podemos afirmar es que, uno de los mayores culpables de nuestro vicio por el chocolate, fue Hernán Cortés, quien en 1524, envió el primer cargamento de cacao a España. Gracias Hernán… Gracias a ti la «operación bikini» se complica seriamente cada año…

Y aunque en este momento hayáis atado cabos y penséis que el nombre de esta tarta tiene que ver con la leyenda que os acabo de contar (Muerte por chocolate… La muerte de la princesa… México… Chocolate…), siento decir que no. No tiene nada que ver ni con la cultura azteca, ni con la maya, ni siquiera con la gastronomía mexicana… Aunque sea en los restaurantes mexicanos donde más frecuentemente nos encontremos este tipo de postre. Su origen o su nombre, dicen por ahí, que se lo debemos a un estadounidense llamado Eric Russell, quien probando recetas con chocolate consiguió hacer esta tarta y al degustarla y comprobar lo buenísima que estaba, exclamó: «¡Es la muerte por chocolate!» Como hemos exclamado más de uno de nosotros al comerla…

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Sin embargo, no quería dejar pasar esta ocasión, ya que de chocolate trata el asunto, para contaros la preciosa leyenda. La historia que hay detrás de mi tarta, esta que estáis viendo en las fotos, también es de sufrimiento… Preparar una tarta así en agosto, en plena ola de calor, es un trabajo que se multiplica por diez… Las ganaches no se enfrían como debiesen, y al sacarla del frigorífico hay que consumirla rápidamente o empezará a derretirse… Pero era el cumpleaños de mi padre y siendo él un buen amante del chocolate, me veía en el deber y/o obligación de hacerla. Así que sin enrollarme más empiezo con la receta, que podemos dividir en tres partes, dos ganaches y los bizcochos.

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Ingredientes para los bizcochos:

(Yo he usado 3 moldes de 15 cm desmontables de Kitchen Craft pero podéis usar uno de 20 cm y cortar el bizcocho por la mitad una vez esté desmoldado y frío).

  • 6 huevos
  • 200 gr de azúcar
  • 150 gr de mantequilla
  • 150 gr de chocolate negro  (cuánto más negro mejor)
  • 150 gr de harina
  • Una cucharada de bicarbonato.

Ingredientes para la ganache de relleno:

  • 650 ml Nata para montar (mínimo 35% de materia grasa)
  • 40 gr de azúcar
  • 200 gr de chocolate negro
  • 5 cucharadas de maicena.

Ingredientes para la ganache de cobertura:

  • 200 gr de chocolate negro
  • 200 gr de nata líquida
  • 20 ml de licor (yo he usado ron, pero podéis poner el que más os guste)

¡Empezamos!

Lo primero que vamos a hacer son las ganaches.

Comenzamos con la de relleno:

  1. Ponemos a hervir la nata con el azúcar, removiendo de vez en cuando para que no se nos quede pegado. Mientras hierve troceamos el chocolate.
  2. Una vez que llegue al punto de ebullición, retiramos del fuego y añadimos el chocolate poco a poco, hasta que se funda completamente en la nata.
  3. Volvemos a poner en el fuego, pero lento, y vamos agregando una a una las cucharadas de maicena. Vemos como va espesando (si ves que no espesa lo suficiente, puedes añadir más maicena hasta que quede a tu gusto).
  4. Guardamos en un bol y dejamos que atempere. Después conservamos en el frigorífico al menos 4 horas.

Seguimos con la ganache de cobertura:

  1. Realizamos el mismo proceso que con la ganache anterior. Llevamos a hervir la nata. Mientras troceamos el chocolate.
  2. Cuando hierva, añadimos el chocolate y removemos para que se funda completamente.
  3. Es el momento de añadir el licor. Removemos y reservamos en un bol.
  4. Cuando atempere, conservamos en la nevera al menos 4 horas.

¡A por los bizcochos!

  1.  Antes que nada precalentamos el horno a 180 ºC y engrasamos los moldes.
  2. Troceamos el chocolate y lo fundimos con la mantequilla en un cazo o en el microondas. Una vez lo tengamos fundido e integrado, dejamos que baje de temperatura.
  3. Batimos los huevos con el azúcar ayudándonos de unas varillas eléctricas (¡Ojo! Si eres un crack de gimnasio y te ves con ganas, puedes hacerlo a mano…) Tienen que triplicar su volumen y coger un tono amarillo/blanquecino. Esto te llevará un ratito… (7-10 minutos)
  4. Añadimos el chocolate atemperado y seguidamente la harina y el bicarbonato. Removemos con una espátula y mucho amor hasta que toda la masa nos quede homogénea y sin grumitos de la harina.
  5. Repartimos la masa en los tres moldes que ya teníamos engrasados y los metemos en el horno uno 15-20 minutos a 180ºC. Ve comprobando con un palito.
  6. Una vez los tengamos y hayan enfriado un poco, los desmoldamos y en una rejilla dejamos que enfríen completamente.

¡Vamos con el montaje de nuestra Muerte por Chocolate!

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  1. Como verás a los bizcochos les habrá salido una «boina» en la parte superior. Con una lira o un cuchillo de sierra corta lo sobrante y deja los bizcochos lo mas rectos que puedas. ¡Pero no tires, ni te comas lo que ha sobrado! Después te voy a dar una idea…
  2. Con la ayuda de una espátula ve aplicando entre bizcocho y bizcocho capas de la ganache de relleno y ve montando.
  3. Cuando tengas los 3 bizcochos montados, pon una última capa en la superficie de la tarta de la ganache de relleno.
  4. Los laterales los vamos a cubrir con el otro tipo de ganache, la que llevaba el licor. No hace falta que te quede totalmente liso, puedes ir untando la ganache con la espátula a tu gusto.
  5. Yo he «decorado» mi Muerte por Chocolate un poco con fideitos de chocolate, pero eso ya lo dejo a tu gusto.
  6. Una vez tengas la tarta terminada, deja que vuelva a enfriar en el frigorífico al menos otras 3 horas (de un día para otro está aún más buena).FullSizeRender (5)

¡Y ahora viene la super idea!

Con los sobrantes del bizcocho y las ganaches, he hecho helado… ¡Tachán! Lo único que he hecho ha sido batir un poco las ganaches (cada una por separado) y en un recipiente apto para congelar, he ido aplicando capas de ganache y de los bizcochos sobrantes… Realmente no sé que estaba mejor, si la tarta o el helado…

¡Espero que os haya gustado!

Nos vemos prontito.

Ana.

Torrijas de vino al horno

 

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Cuando escuchamos oír «Semana Santa», lo primero que se nos viene a la cabeza son las procesiones, los nazarenos y el sinfín de temas relacionados con la pasión de Cristo. Queramos o no, España es un país donde esta semana se vive intensamente y en la que las tradiciones más arraigadas, vuelven a ponerse año tras año de manifiesto a pie de calle.

Sin embargo, para mi esta semana además, significa el pistoletazo de salida «no oficial» a la primavera y al buen tiempo. Las tardes son visiblemente más largas, las bufandas se van quedando poco a poco colgadas en el perchero, y nos va apeteciendo más un helado que un chocolate caliente. Eso en primer lugar…

En segundo lugar, cuando oigo hablar de la Semana Santa, inevitablemente se aparece ante mi la imagen de las torrijas. No lo puedo evitar. A mi la tradición de España que más me gusta, es la del buen comer… Así que como este año estoy inmersa de lleno en el mundo «bloguero» no podía dejar pasar la oportunidad de compartir la receta de las torrijas que se hacen en mi casa. ¡Además! este año nos estrenamos con una pequeña variación, en vez de freírlas vamos a hacerlas en el horno. De esta manera conseguimos eliminar totalmente el aceite y por lo tanto, nuestras torrijas no se convierten en un «pecado» demasiado grande (un pecado para la «operación bikini» que ya hemos puesto en marcha). Os puedo asegurar que el resultado es sorprendente, si cerrásemos los ojos nunca sabríamos si están fritas o al horno. Y si también os digo que son superfáciles de preparar y nada engorrosas, ¡no tenéis excusa!

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Nuestras torrijas van a ser de vino y bañadas en miel, así que sin más charla, os dejo los ingredientes (las cantidades pueden variar en esta receta dependiendo del tipo de pan que utilicéis, éstas sólo son a modo de orientación)

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  • 1 Paquete de pan especial para torrijas o en su defecto pan duro (una barra aproximadamente. Debe tener al menos un par de días de reposo y tendremos que cortarlo en rebanadas de 2 centímetros más o menos.
  • 1 botella de Rioja blanco
  • Un par de huevos
  • 100 gr. de miel
  • 50 gr. de agua
  1. Antes que nada tendremos que ir precalentando el horno a 180ºC .
  2. Vamos a colocar una bandeja y añadir el vino, en donde iremos colocando el pan primero por una cara y después por otra, para que absorban la cantidad de vino suficiente.
  3. Seguidamente, las pasamos por el huevo batido y las vamos colocando en una rejilla para que escurran.
  4. Una vez que el goteo cese, las colocamos en una bandeja de horno y las cocinamos 10 minutos a 180ºC, Comprobamos que se hayan dorado visiblemente y les damos la vuelta. Cocinamos 5 minutos más.
  5. En un cazo ponemos a calentar la miel con el agua, hasta que se se integren completamente y veamos que la miel ha perdido densidad.
  6. Vertemos la miel en una bandeja y vamos colocando el pan horneado de la misma manera que hicimos con el vino. Intentando que absorban la mayor cantidad de miel posible. Les damos la vuelta y hacemos lo mismo.

¡Ya tenemos nuestras torrijas listas!

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Lo complicado de esta receta va a ser comer sólo una… Os lo garantizo.

¡Espero que os haya gustado!

Nos vemos prontito.

Ana.

 

 

Croquetas de salmón, hierbabuena y nueces.

¡Hola a todos!

No es por enamorar a nadie, pero he hecho croquetas… Y aunque está feo que yo lo diga… ¡Cómo me han salido de buenas! Y también, sí, las acompañé de una cervecita fresquita y me las comí al calorcito de esta primavera adelantada, en el patio de casa de mi madre… ¡Ahí es nada!

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Y es que las croquetas se merecen un lugar privilegiado dentro del universo, y como no, una categoría especial dentro de las recetas, porque ¿a quién no les gustan? Realmente pienso que si hay alguien sobre la faz de la tierra que tenga el valor de decir que no le gustan, es porque no las ha probado bien.

Hasta hace bien poco, las croquetas han sido un tipo de receta de aprovechamiento. Con lo que nos sobraba de otras comidas y ya no sabíamos darle más uso, hacemos croquetas y listo. Pero a día de hoy se han convertido en un tipo de plato en el que la imaginación y el paladar van unidos. Nos salimos de los cánones (sin menospreciar a nuestras amigas «las croquetas del puchero», ¡ojo!) donde gana el que mejor sepa mezclar ingredientes y hacer una combinación de sabores tan majestuosa, que seas incapaz de coger sólo una… Comidas familiares, reuniones con amigos, ¡y hasta cenas románticas! Las croquetas bajo mi punto de vista, pegan con todo.

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¡Pero que no cunda el pánico! Porque hoy he venido, a parte de alardear de mi «creación croquetil», a dejaros la receta en dos versiones, con y sin Thermomix, abriendo así un nuevo apartado en el blog.

Sin enrollarme más, ¡ahí va la receta!

Ingredientes para 60 croquetas.

  • 50 gr. de aceite de oliva
  • 100 gr. de nueces
  • unas hojas de hierbabuena fresca
  • 400 gr. de salmón fresco sin piel ni espinas y cortado en dados pequeñitos (ten en cuenta que así es como quedará dentro de tus croquetas)
  • 1 pastilla de caldo de pescado.
  • 100 gr. de mantequilla
  • 30 gr. de cebolla
  • 170 gr. de harina
  • 800 ml. de leche entera a temperatura ambiente
  • 1 pizca de nuez moscada
  • pimienta negra
  • sal
  • 2 huevos
  • 250 gr. de pan rallado.

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RECETA PARA THERMOMIX

1.- Ponemos las nueces en el vaso y trituramos con unos golpes de turbo. Retiramos y reservamos.

2.- Vertemos el aceite en el vaso y lo calentamos 2 minutos, 100 ºC, velocidad 1.

3.- Añadimos los trocitos de salmón y la pastilla de caldo y cocinamos 4 minutos, 100 ºC, giro inverso, velocidad 1.

4.- Retiramos el salmón y lo escurrimos a conciencia. Por otro lado, reservamos también el líquido de la cocción.

5.- Troceamos la mantequilla junto con la cebolla 6 segundos, velocidad 6. A continuación programamos 3 minutos, 100 ºC, velocidad 1.

6.- Es el momento de añadir el líquido que teníamos reservado, junto con la harina. Sofreímos 3 minutos, 100 ºC, velocidad 2.

7.-Añadimos la leche, la nuez moscada, la pimienta y la sal y mezclamos 15 segundos, velocidad 5.

8.- Incorporamos la mitad del salmón reservado, las nueces troceadas y la hierbabuena muy picadita. Programamos 8 minutos, 100 ºC, velocidad 4.

9.-Dejamos reposar dentro del vaso hasta que se atempere y a continuación, añadimos lo que nos había sobrado del salmón y lo mezclamos bien hasta que se integre dentro de la masa.

10.- Introducimos la masa en una manga pastelera, la cerramos y dejamos que siga atemperando. Una vez haya enfriado, metemos la masa en la nevera y la dejamos al menos unas 8 horas. Si puedes hacerlo de un día para otro, mucho mejor, ya que cuanto más fría esté la masa, más fácil te resultará trabajarla luego.

11.- Una vez pasado el tiempo, les damos forma a las croquetas y las rebozamos, primero por el huevo y después por el pan rallado. Para terminar las freímos en abundante aceite de oliva.

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RECETA SIN THERMOMIX

1.- Picamos las nueces con ayuda de un robot de cocina o introduciéndolas en una bolsa de plástico y machacándolas con un rodillo o mazo.

2.- Calentamos el aceite en una cazuela y sofreímos los taquitos de salmón junto con la pastilla de caldo. Una vez lo tengamos, escurrimos el salmón y lo reservamos por un lado y por otro el jugo de la cocción.

3.- Procedemos a hacer la bechamel, para ello primero picamos la cebolla y la sofreímos junto con la mantequilla.

4.- Añadimos el jugo reservado y junto con la harina y cocinamos un poco eliminando todos los grumos (cuidado de que no se te queme!). Esta parte de la bechamel se llama Roux y es la parte más importante, ya que si nos quedamos cortos de cocción, nos sabrá a crudo y si nos pasamos puede que se nos asiente. Tardarás aproximadamente un par de minutos.

5.- Vertemos la leche con cuidado, junto con la nuez moscada, una pizca de sal y una de pimienta. Removemos con paciencia hasta que quede una masa espesa y sin grumos.

6.- Agregamos las nueces picadas y la hierbabuena picadita. Volvemos a remover para integrar y cocinamos un par de minutos más a fuego lento.

7.- Es el momento de incorporar el salmón que teníamos reservado y volvemos a remover.

8.- Apagamos el fuego y dejamos que atempere un poco. Seguidamente metemos la masa en una manga pastelera y cuando termine de enfriar, la metemos en la nevera al menos unas 8 horas.

9.- Les damos forma y las rebozamos, primero por huevo y después por pan rallado.

10.- Las freímos en abundante aceite de oliva.

El truco de la manga pastelera es que, a la hora de darles forma, sólo tendrás que cortar la punta (1.5cm aprox. de ancho) e ir sacando tiras de masa, que cortaremos según el largo que queramos darle a nuestras croquetas. No es necesario boquilla, pero si tienes una especial para croquetas, ¡mejor que mejor!

¡Ah! ¡Se me olvidaba el último paso y el más importante!

11.- Busca buena compañía, un lugar donde disfrutarlas y ábrete una cervecita…. O en su defecto, un buen vino 😉

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¡Nos vemos prontito!

Ana.

¡Bienvenidos!

Como diría Lina Morgan (y adelantándome a los acontecimientos…) «¡Graaaaciaaas por veniiiir!»

Sí, de antemano ya te doy las gracias por pasarte por mi Blog y acompañarme en esta nueva andadura. ¡Tan sólo falta que te quedes! Y para convencerte podría decir que va a ser el mejor blog de la historia, que nunca verás nada igual, e incluso que en algunas entradas aparecerán fuegos artificiales… Pero creo que mentir no es nunca la mejor forma de presentarse.

Así que con la verdad por delante,  sólo espero que lo que publique a partir de hoy te resulte interesante a la vez que útil. Voy a procurar (y prometo) que pondré empeño, que será un Blog dinámico, de cabecera, de esos de los que te acuerdas cuando quieres hacer algo y no sabes cómo. Voy a sacar del baúl todos esos trucos de cocina, jardinería, decoración y bricolaje que tengo almacenados, voy a darles un poquito de lustre e ir publicándolos aquí.

Para los que me conocen y para los que no, también he de decir que este Blog no sale de la nada como por arte de magia, sino que es un apéndice de un proyecto en el que ya llevo trabajando más de seis años. Mi tienda La Buhardilla, en donde estaré encantada de recibirte y donde he aprendido tanto, que me he visto en la necesidad de abrir este Blog.

Sólo me queda esperar a que os paséis de vez en cuando por aquí y que os suscribáis si de verdad queréis seguirme el hilo, (¡os lo voy a agradecer en el alma!). Y como no, volver a daros las GRACIAS.

¡Nos vemos prontito!

Ana.