Dicen que viajar cura el alma… Que cuando viajamos, incluso, somos otra persona. Alguien paralelo a nosotros mismos que aprende a mirar la vida con unos ojos diferentes a los de la rutina. Los colores, los olores, los sabores se acentúan, las calles por donde vamos pisando cobran vida y nuestros sentidos funcionan al 200% intentando que cada percepción que nos llega, se quede para siempre con nosotros. La monotonía, cuando viajamos, se convierte en una palabra «ácida» e incluso sería capaz de decir, que por unos días la borramos de nuestro vocabulario.
He viajado sola, acompañada, vacaciones, viajes tristes, viajes de reencuentro, viajes cortos, viajes largos…Viajes para empezar una nueva vida, viajes de la ansiada vuelta a casa… Viajes por amor (¡ay los viajes por amor!). Y viajes como éste. Viajes que planeas a las 2 de la madrugada y de un día para otro, ya tienes los billetes. El destino elegido, Londres. La maleta llena de ilusión, la mente despejada, el cuerpo preparado para pasar frío (¡era diciembre y navidad!), y dos amigas en la otra orilla del aeropuerto esperándome con los brazos abiertos.
Londres, capital de Inglaterra. Cuidad artística, moderna pero conservadora a partes iguales. Antigua, milenaria, pero que se reinventa cada día. Fácil y complicada (sólo tenemos que darnos un paseo en metro para darnos cuenta de que es una de las mayores obras de ingeniería de la humanidad, pero a la vez un completo y magnífico caos). Cuna del Punk, del Pop, refugio y sello indispensable en el pasaporte de músicos, escritores y bohemios. Con una de las monarquías más consolidadas del mundo, y a la vez de las que más da que hablar en cuanto a vidas personales. Un paseo por el Támesis, Carnaby Street, por Notting Hill, ¡por Candem! Sus calles se llenan de encanto cuando ves pasar los típicos autobuses rojos de dos plantas y sus maravillosos taxis. Sherlock, Enrique VII, Churchill, Lady Di, Jonh Lennon, Hugh Grant, Beckham, ¡Harry Potter! Podría pasarme el día nombrando personalidades tan dispares y únicas que si me paro a pensar, lo único que han tenido en común ha sido el cielo londinese. El marco ideal para una ciudad tan fantástica. 
Pero… ¿Qué pasa con la gastronomía? Pues a mi parecer, los ingleses aquí hacen aguas… Sí ya, Fish and Chips… ¿Algo más? Pues que me disculpen los londinenses e Inglaterra entera, pero no conozco nada más típico de la gastronomía inglesa. Suerte que vivimos en el siglo XXI, suerte que las ganas nos pueden con todo y suerte que Londres es tan cosmopolita que puedes probar cocina de todo el mundo, en cualquier parte y a casi cualquier hora (la mayoría de los sitios tienen horario de cocina internacional). Como ya he dicho antes, es mi tercer viaje a Londres, así que el Fish and Chips lo tengo más que probado, así que como os he dicho antes, al viajar los sentidos se agudizan, creo que es uno de los mejores momentos para poner a prueba nuestro paladar con nuevos sabores y sensaciones. ¡Deleitémonos con platos menos frecuentes, comamos a horas inesperadas y dejémonos llevar por las entrañas de la City y que sea ella la que nos lleve a comer donde quiera! Porque si Londres es esa ciudad tan maravillosa, también debe serlo a la hora de llenarnos la barriguita.
Y así fue. Cortito pero intenso, he probado cosas que aquí en Cádiz, tengo menos posibilidades de probar. He llenado mi paladar con nuevos sabores, y a mi vuelta no he dudado en llenar mi despensa de ingredientes que nunca antes había comprado.
He de decir que fueron muchos y muy buenos los sitios en los que fuimos haciendo paradas para repostar combustible (es lo que tiene tener una maravillosa amiga que lleva viviendo en allí algo más de ocho años, ¡se las sabe todas!), desde un magnífico brunch al más puro estilo «british» en Megan’s, hasta deleitarnos con sabores de todo el mundo en el mercado de Borough Market.

Pero lo que más me gustó, o sorprendió, porque siempre había estado reacia a probarlo, fue cenar en un restaurante asiático con fuerte acento japonés donde pedimos ramen. El lugar se llama Shoryu, y aunque hay varios en Londres, nosotras cenamos en el que está cerca del Soho.
De entrantes pedimos unos «bao buns», «bocadillo taiwanés» o «mollete chino», cuya masa esta cocida al vapor en una vaporera de bambú, y rellenos en principio, de panceta de cerdo. Hoy en día las posibilidades son infinitas, tantas como cuantas nuestra imaginación nos permita. Nosotras nos decantamos por buns de pollo a la barbacoa, y de pollo marinado.
Pero realmente nuestro plato principal, el ramen, como he dicho antes fue lo que más me sorprendió. El ramen, haciendo una descripción ligera y para que todos me entiendan, es una sopa a base de fideos, con verduritas, carne o pescado y con un aderezo bastante potente, que es lo que le da el puntito diferente. Algo que entra genial en los días de frío, como aquel de diciembre.
Por probar, pedimos dos diferentes, uno de pollo al curry y otro de pescado. A día de hoy no sé con cual de los dos me quedaría. ¡Riquísmos! Tanto que hoy me he decidido a hacerlos en casa (aunque aún me quede bastante para alcanzar el nivel de «ramen supremo»), ya que me niego a comer nada que venga preparado en un sobre. La cocina no es tan complicada ni tan difícil cuando le pones ganas, como para tener que recurrir a los preparados de dudosa procedencia…
Mis ramen también han sido de pescado y de pollo y no os miento cuando digo que he tardado menos de 30 minutos en tenerlos listos (fueron dos días diferentes a la hora de la comida). ¿Queréis saber como los he preparado? ¡Pues allá van las recetas!
Ingredientes para el ramen de pescado:
- Un huevo
- 1/2 zanahoria
- Un trozo de puerro
- Sepia (con unos trocitos nos vale)
- Unas colitas de langostino (las mías son congeladas)
- 300 ml de caldo (preferiblemente del tipo que sea el ramen, si es de pescado, el caldo ideal también sería de pescado)
- sal
- Fideos chinos
- Una cucharada de salsa de soja
- Jengibre molido
- Cebolleta
¡Vamos allá con éste!
1.- Lo primero que tenemos que hacer es en un cazo poner a hervir agua y cuando la tengamos, añadimos el huevo para cocerlo. Esperamos diez minutos y sacamos el huevo. Lo metemos en agua fría para cortar la cocción. Lo dejamos ahí mientras que seguimos con el ramen
2.- De nuevo, ponemos un cazo en el fuego y ponemos a hervir el caldo junto con un pelín de agua.
3.- Una vez lo tengamos, bajamos un pelín el fuego y añadimos la zanahoria y el puerro picaditos. Tapamos y esperamos unos 4-5 minutos.
4.- Añadimos la sepia y las colitas de langostino, tapamos y esperamos unos 2-3 minutos. Comprobamos que la sepia está mas o menos en su punto.
5.- Sazonamos, sin pasarnos porque la salsa de soja ya es bastante potente. Añadimos jengibre molido (al gusto), y la cucharada de salsa de soja. Removemos y tapamos un minuto.
6.- Apagamos el fuego y echamos los fideos chinos, tapamos y dejamos reposar un par de minutos. Mientras pelamos el huevo y picamos la cebolleta en rodajitas
7.- Vertemos nuestro ramen en un cuenco, añadimos el huevo partido por la mitad y la cebolleta cortada en rebanaditas. ¡Y listo, a comer!

Ingredientes para el ramen de pollo al curry:
- Un huevo
- 1/2 zanahoria
- Un trozo de puerro
- Pollo cocido o también podéis usar pollo rebozado, previamente cocinado.
- 300 ml de caldo de pollo
- sal
- Tallarines chinos
- Curry en polvo
- Jengibre molido
- Cebolleta
El paso a paso es casi idéntico al ramen anterior…
1.- Lo primero que tenemos que hacer es en un cazo poner a hervir agua y cuando la tengamos, añadimos el huevo para cocerlo. Esperamos diez minutos y sacamos el huevo. Lo metemos en agua fría para cortar la cocción. Lo dejamos ahí mientras que seguimos con el ramen
2.- De nuevo, ponemos un cazo en el fuego y ponemos a hervir el caldo junto con un pelín de agua.
3.- Cuando el caldo alcance el punto de hervor, añadimos los tallarines chinos.
3.- Una vez lo tengamos, bajamos un pelín el fuego y añadimos la zanahoria y el puerro picaditos. Dejamos cocer unos 4-5 minutos.
4.- Añadimos la sal, el jengibre y el curry. Vamos probando hasta que esté a nuestro gusto. Recuerda que es mejor ir de menos a más, por lo que no debemos nunca añadir al principio mas de media cucharadita.
5.- Cuando los tallarines casi estén en su punto, añadimos el pollo y dejamos al fuego un minuto más.
6.- Retiramos y servimos en un bol. Añadimos el huevo cocido y pelado, partido por la mitad así como la cebolleta cortada en rebanaditas.
¡Listo! Un tipo de plato calentito muy diferente a lo que estamos acostumbrados a tomar, ¡espero que os guste!
Y Londres… ¡Ay Londres! Nunca me cansaré de visitarte, y aún menos cuando dos amigas te están esperando allí. Como dije al principio del post, «dicen que viajar cura el alma…», y creo que este viaje curó tres.
Gracias a Pao y a Almu, por los paseos, por ser mis ojos allí, por las risas y las lágrimas, los consejos, el «suchard» y los polvorones. Pero sobre todo, por llevarme a ver «las luse» y por andar 221 números de Baker Street a las 23.00 horas con cero grados 😉
¡Nos vemos prontito!
Ana.